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Gerardo Diego

Al ciprés de Silos

Guitarra

La asunción de la rosa

Romance del Duero

Psique

La Venus del espejo

Los gatos de Caltojar

Sucesiva

Sueño

Brindis

Al ciprés de Silos

ENHIESTO surtidor de sombra y sueño

que acongojas el cielo con tu lanza,

chorro que a las estrellas casi alcanza

devanado a sí mismo en loco empeño.

Mástil de soledad, prodigio isleño;

flecha de fe, saeta de esperanza.

Hoy llego a ti, riberas del Arlanza,

peregrino al azar, mi alma sin dueño.

Cuando te vi, señero, dulce, firme,

qué ansiedades sentí de diluirme

y ascender como tú, vuelto en cristales,

como tú, negra torre de arduos filos,

ejemplo de delirios verticales,

mudo ciprés en el fervor de Silos.

(Versos humanos, 1918-1925)

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Guitarra

HABRÁ un silencio verde

todo hecho de guitarras destrenzadas.

La guitarra es un pozo

con viento en vez de agua.

(Imagen, 1922)

 

 

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La asunción de la rosa

TANTO una rosa un ruiseñor eleva

cuando de su garganta abre el paisaje,

que logra que del lazo se desgaje

y suelta salte y auras brinde y beba.

Mírala ya en la luz que se renueva,

cristal de aurora en torno de su viaje,

mírala esbelta en éxtasis de encaje,

por el aire ascender que se la lleva.

Al cielo sube ya, libre, sin andas,

mecida entre compases ruiseñores

-álzala, gorjeador, alta en volandas-,

en asunción la rosa y resplandores

ya invisible en la cima, entre educandas,

novicia en la clausura de las flores.

(Alondra de verdad, 1926-1936)

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 Romance del Duero
RÍO Duero, río Duero,
nadie a acompañarte baja:
nadie se detiene a oír
tu eterna estrofa de agua.
Indiferente o cobarde,
la ciudad vuelve la espalda.
No quiere ver en tu espejo
su muralla desdentada.
Tú, viejo Duero, sonríes
entre tus barbas de plata,
moliendo con tus romances
las cosechas mal logradas.
Y entre los santos de piedra
y los álamos de magia
pasas llevando en tus ondas
palabras de amor, palabras.
Quién pudiera, como tú,
a la vez quieto y en marcha,
cantar siempre el mismo verso,
pero con distinta agua.
Río Duero, río Duero,
nadie a estar contigo baja,
ya nadie quiere atender
tu eterna estrofa olvidada,
sino los enamorados
que preguntan por sus almas
y siembran en tus espumas
palabras de amor, palabras.

((Limbo, 1951)

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Psique

BÉSAME ya, tu beso más profundo

que sea para mí, el que no diste

nueva y adolescente, ardiente y triste

de despertar sin sueño en otro mundo.

Bésame con tu dulce beso oriundo

del paraíso en que jamás creíste,

tu amargo beso o pulpa que ofreciste

a este pozo de sed en que me hundo.

Exprime entre mis labios, lenta Eva,

tu elíxir del que nadie nunca beba

si no quiere sorber la muerte o cielo.

Bésame de ese beso que rebosa

y de los cuatro pétalos sin vuelo

verás nacer la negra mariposa.

(Amazona, 1955)

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La Venus del espejo

PENSEMOS en la muerte enamorada,

la muerte que es la espalda de la vida

o su pecho, quizás, ida o venida,

que hasta abrazarla no sabremos nada.

Creemos que la vida es nuestra amada,

que la besamos en la frente ardida

y que detrás hay una nuca hundida

que acaricia la mano trastornada.

Y vivimos tal vez frente a un desnudo,

una espada hermosísima o escudo,

la Venus del espejo de la muerte.

Más allá, al fondo, sus dos ojos brillan

de malicia o de amor, nos acribillan.

Oh Venus, ven, que quiero poseerte.

(Sonetos a Violante, 1962)

 

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Los gatos de Caltojar

 UNO de Abril. Rasga el coche

el silencio matinal

y al susto espabilan ágiles

los gatos de Caltojar.

Se escurre uno en la gatera

trepa otro hasta el desván,

aquél por el quicio huye

como culebra rampal

y al de más allá le traga

vainica de palomar.

Zapaquilda borda un mutis

de comedia y paso atrás.

Las alcándaras vacías,

desiertos corral, zaguán,

dueños y señores reinan

los gatos de Caltojar.

He visto un berrendo en negro

otro de capa pardal,

uno blanco preciosísimo

y otro rubio barrabás,

y aquel que raya la calle

como una estrella fugaz

me recordó el puma insigne

del zoo de Tucumán.

La gatomaquia completa,

la gatoerótica audaz,

gime, maúlla, se frota

con chispas de fluido aural

y se persigue y enlaza

en palenque de danzar.

Los héctores, las andrómacas,

los aquiles de arrabal,

prueban garfios de uñas

sus ilíadas mientras van

aqueos de escaramuza

a esconderse en el palmar

de una sola palma idílica

-anacronismo integral-

esa que fuera del tiempo

San Baudelio hace ondear.

 Que bien que duermen al sol,

bailan chacona a compás,

fantomáticos se enlunan

los gatos de Caltojar.

(Soria sucedida, 1977))

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Sucesiva

DÉJAME acariciarte lentamente,
déjame lentamente comprobarte,
ver que eres de verdad, un continuarte
de ti misma a ti misma extensamente.
Onda tras onda irradian tu frente
y, mansamente, apenas sin rizarte,
rompen sus diez espumas al besarte
de tus pies en la playa adolescente.
Así te quiero, fluida y sucesiva,
manantial tú de ti, agua furtiva,
música para el tacto perezosa.
Así te quiero, en límites pequeños,
aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,
y tu unidad después, luz de mis sueños.

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El sueño

APOYA en mí la cabeza,
  si tienes sueño.
Apoya en mí la cabeza,
  aquí, en mi pecho.
Descansa, duérmete, sueña,
  no tengas miedo,
no tengas miedo al mundo,
  que yo te velo.
Levanta hacia mí los ojos,
  tus ojos lentos,
y ciérralos poco a poco
  conmigo dentro;
ciérralos, aunque no quieras,
  muertos de sueño.
Ya estás dormida. Ya sube,
  baja tu pecho,
y el mío al compás del tuyo
  mide el silencio,
almohada de tu cabeza,
  celeste peso.
Mi pecho de varón duro,
  tabla de esfuerzo,
por ti se vuelve de plumas,
  cojín de sueños.
Navega en dulce oleaje,
  ritmo sereno,
ritmo de olas perezosas
  el de tus pechos.
De cuando en cuando una grande,
  espuma al viento
suspiro que se te escapa
  volando al cielo,
y otra vez navegas lenta
  mares de sueño,
y soy yo quien te conduce,
  yo que te velo,
que para que te abandones
  te abrí mi pecho.
¿Qué sueñas? ¿Sueñas? ¿Qué buscan
  -palabras, besos-
tus labios que se te mueven,
  dormido rezo?
Si sueñas que estás conmigo,
  no es sólo sueño;
lo que te aúna y te mece
  soy yo, es mi pecho.
Despacio, brisas, despacio,
  que tiene sueño.
Mundo sonoro que rondas,
  hazte silencio,
que está durmiendo mi niña,
  que está durmiendo
al compás que de los suyos
  copia mi pecho.
Que cuando se me despierte
  buscando el cielo
encuentre arriba mis ojos
  limpios y abiertos.

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Brindis

A mis amigos de Santander que festejaron mi nombramiento profesional

 DEBIERA ahora deciros: "amigos.

muchas gracias"; y sentarme,  pero sin ripios.

Permitidme que os lo diga en tono lírico,

en verso, sí, pero libre y de capricho.

 Amigos:

dentro de unos días me veré rodeado de chicos,

de chicos torpes y listos,

y dóciles y ariscos,

a muchas leguas de este Santander mío,

en un pueblo antiguo,

tranquilo

y frío.

Y les hablaré de versos y de hemistiquios,

y del Dante, y de Shakespeare, y de Moratín (hijo),

y de pluscuamperfectos y de participios.

Y el uno bostezará y el otro me hará un guiño,

y otro, seguramente el más listo,

me pondrá un alias definitivo.

Y así pasarán cursos y cursos, monótonos y prolijos.

Pero un día tendré un discípulo,

un verdadero discípulo,

y moldearé su alma de niño

y le haré hacerse nuevo y distinto,

distinto de mí y de todos; él mismo,

y me guardará respeto y cariño.

 Y ahora yo os digo:

Amigos,

brindemos por ese niño,

por ese predilecto discípulo,

por que mis dedos rígidos

 acierten a modelar su espíritu

y mi llama lírica prenda en su corazón virgíneo,

y por que siga su camino intacto y limpio.

y por que este mi discípulo,

que inmortalizará mi nombre y mi apellido,

...sea el hijo,

el hijo

de uno de vosotros, amigos.

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