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Soneto en que da moral censura a una rosa Arguye de inconsecuente el gusto y la censura de los hombres Feliciano me adora y aborrezco... |
(Procura desmentir los elogios que a un retrato de la poetisa inscribió la verdad, que llama pasión) Este que ves engaño colorido que, del arte ostentando los primores, con falsos silogismos de colores es cauteloso engaño del sentido. Éste en quien la lisonja ha pretendido excusar de los años los horrores, y venciendo del tiempo los rigores triunfar de la vejez y del olvido, es un vano artificio del cuidado, es una flor al viento delicada, es un resguardo inútil para el hado, es una necia diligencia errada, es un afán caduco y, bien mirado, es cadáver, es polvo, es sombra, es nada. (PULSA AQUà PARA VER EL SONETO DE GÓNGORA QUE LE SIRVE DE MODELO)
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Soneto en que da moral censura a una rosa, y en ella a sus semejantes.
eres, con tu fragante sutileza, magisterio purpúreo en la belleza, enseñanza nevada a la hermosura. Amago de la humana arquitectura, ejemplo de la vana gentileza, en cuyo ser unió naturaleza la cuna alegre y triste sepultura. ¡Cuán altiva en tu pompa, presumida, soberbia, el riesgo de morir desdeñas, y luego desmayada y encogida, de tu caduco ser das mustias señas, con que con docta muerte y necia vida, viviendo engañas y muriendo enseñas! PULSA AQUà PARA ACCEDER A OTROS POEMAS DEDICADOS A LA ROSA
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Arguye de inconsecuente el gusto y la censura de los hombres, que en las mujeres acusan lo que causan Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis: si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal? CombatÃs su resistencia, y luego con gravedad decÃs que fue liviandad lo que hizo la diligencia. Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco,
al niño que pone coco y luego le tiene miedo. Queréis con presunción necia hallar a la que buscáis, para pretendida, Tais, y en la posesión, Lucrecia. ¿Qué humor puede ser más raro que el falto de consejo, él mismo empaña el espejo y siente que no esté claro? Con el favor y desdén tenéis condición igual, quejándoos si os tratan mal, burlándoos si os quieren bien. Opinión ninguna gana, pues la que más se recata, si no os admite es ingrata y si os admite es liviana. Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por cruel y a otra por fácil culpáis. ¿Pues cómo ha de estar templada la que vuestro amor pretende, si la que es ingrata ofende y la que es fácil enfada? Mas entre el enfado y pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y quejaos en hora buena. Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas. ¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada, la que cae de rogada o el que ruega de caÃdo? ¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga, la que peca por la paga o el que paga por pecar? Pues ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis. Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición de la que os fuere a rogar. Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo.
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Feliciano
me adora y le aborrezco; Lisardo me aborrece y yo le adoro; por quien no me apetece ingrato, lloro, y al que me llora tierno no apetezco. A quien más me desdora, el alma ofrezco; a quien me ofrece vÃctimas, desdoro; desprecio al que enriquece mi decoro, y al que le hace desprecios, enriquezco. Si con mi ofensa al uno reconvengo, me reconviene el otro a mà ofendido; y a padecer de todos modos vengo, pues ambos atormentan mi sentido: aqueste con pedir lo que no tengo, y aquél con no tener lo que le pido.
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Al
que ingrato me deja busco amante; al que amante me sigue dejo ingrata; constante adoro a quien mi amor maltrata, maltrato a quien mi amor busca constante. Al que trato de amor hallo diamante y soy diamante al que de amor me trata, triunfante quiero ver al que me mata y mato al que me quiere ver triunfante. Si a éste pago, padece mi deseo; si ruego a aquél, mi pundonor enojo; de entre ambos modos infeliz me veo. Pero yo por mejor partido escojo de quien no quiero ser violento empleo que de quien no me quiere vil despojo.
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Señora mÃa
Pedirte,
señora, quiero
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Divina
Lysis mÃa:
Y
aunque otras más merezcan,
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