Juan Martínez Villergas

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Epigramas

Oda a las patatas

El hombre de dos caras

Ya es después

El rapé

Disparates

Epigramas

Al dar en la cama un beso

dijo un ciego a su mujer:

"¡Chica! ¿Te das colorete?"

Y besaba la pared.

"Aquí los restos están

de la casta doña Bruna",

decía cierto letrero

a la puerta de la Inclusa.

Y, oyendo yo un batallón

de chicos, metiendo bulla,

dije: "Si estos son los restos,

¿cuál será toda la suma?"

Viendo un entierro el caribe

de un centinela inexperto,

gritó a lo lejos: "¿Quién vive?"

Y contestaron: "Un muerto."

La lengua inglesa intentó

aprender don Juan de Lara,

y al que antes se la enseñara

dos mil duros le ofreció.

Agarró un inglés la presa,

y dijo a Lara el muy soca:

"Ahí tenéis." Abrió la boca

y enseñó la lengua inglesa.

 

 

A la bella Marcelina

que era sorda como un cesto

un confesor indigesto

le dijo: " ¿Cuál es el sexto?"

Ella creyendo escuchar:

"Quién es Dios Omnipotente",

contestó sin vacilar:

"La cosa más excelente

que se puede imaginar”

 

Un escultor no afamado,

pero de genio travieso,

hizo un San Antón de yeso,

poniendo su cerdo al lado.

 Y entrambos en un renglón

explicó, prudente y cuerdo,

cuál de los dos era el cerdo

y cuál de ellos San Antón.

«Si a los mansos», dijo Rosa,

«Dios da en el cielo reposo,

¡Ay qué gloria tan hermosa

tendrá mi difunto esposo!»

 

Un confesor que Pilar

llena de entusiasmo ensalza,

a la Virgen del Henar

mandó que fuera descalza.

 Y en efecto, allá se fue

por cumplir su penitencia,

descalza de pierna y pie...

pero fue en la diligencia.

Un mozo ¡suerte maldita!

cayó en un pozo de Almagro;

se encomendó a Santa Rita

y la santa hizo un milagro;

 pues no se ahogó el pobre mozo

yendo al fondo con sus huesos,

por... no haber agua en el pozo;

pero se estampó los sesos.

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Oda a las patatas

No las lides pretendo

celebrar de Austerlitz y de Lepanto,

ni de Roma el estruendo,

yo que de eso no entiendo

la gloria y prez de las patatas canto.

 

Y no en contrario pugne

esa que grey se nombra de Castilla,

no espero que me impugne,

ni creo le repugne,

la que ha venido a ser su comidilla.

 

Porque alusión recela,

dirá más de un señor que no las cata;

yo digo que no cuela,

que lo cuente a su abuela,

porque a mí no me meten la patata.

 

Bien haya a los que hallaron

de América en el rincón pingüe tesoro,

que audaces explotaron,

y al regresar surcaron

olas de plata y borbollones de oro.

 

Bien haya a los que hicieron

romería tan larga viento en popa

y en la región que hendieron

la mina descubrieron

que de patatas inundó la Europa.

 

Pues dionos más consuelo

(dice un autor) que el oro y que la plata,

quien con humano celo

al europeo suelo

la mina trasplantó de la patata.

 

Del hambre al fiero estrago

las masca el rico, el rey ¿quién dijo miedo?

y en su elocuente amago

igualan al monago

con el mismo Arzobispo de Toledo.

 

¡Oh! sin su prodigiosa

y alta influencia que a pintar no acierto,

en ésta era famosa

fuera una misma cosa

quedar cesante y repicar a muerto.

 

Sabroso, no es lisonja,

y fruto el más barato del mercado,

el estómago esponja

del ex-fraile, la ex-monja,

la huérfana, la viuda, el retirado.

 

Y es tal su baratura

que todo bicho en ello hecha bravatas,

diciendo a quien se apura:

«No hay miedo, criatura,

venga a mi choza y comerá patatas».

 

Por la voz acabada

en eira como Ojeira, Beira y Neira,

Galicia es señalada;

pero es más celebrada

por la gaita chillona y la muñeira.

 

Nombre la Mancha alcanza

entre ciertas y ciertas maravillas

por su héroe Sancho Panza,

y la española danza

que llamamos manchegas seguidillas.

 

Mas también fama y mucha

les da su patatar, respondo a ciegas;

o decida en la lucha

Madrid, que tanto escucha:

«¡A dos cuartos manchegas y gallegas!»

 

Igual, bien comparadas,

a las mujeres son, doy datos fijos:

pálidas o encarnadas,

panzudas o estrujadas,

doncellas la mitad y otras con hijos.

 

Nadie hay que más insista

en ser cual yo tan partidario de ellas,

la causa está a la vista;

probable es que consista

en que me saben bien éstas y aquéllas.

 

Plantas las dos del suelo

que al ardiente apetito desafían,

guardan con denso velo

un corazón de hielo,

pero entrando en calor tarde se enfrían.

 

Furioso las embisto

frías, asadas, con arroz, calientes;

ya guisadas, ya en pisto,

pero en tortilla ¡ay Cristo!

me hacen de gusto tiritar los dientes.

 

Si llega a mis oídos

el son de la sartén sobre la hornilla,

parezco a los partidos

que en viéndose vencidos

desean que se vuelva la tortilla.

 

Tanto al amor convida

hoy la patata, que decirse debe

con el alma y la vida,

que es la flor escogida

de este pensil del siglo diez y nueve.

 

Yo las estoy gastando

con tanta profusión que tengo un censo,

comiendo o almorzando,

cenando o merendando,

y tanto, en fin, en las patatas pienso

 

que si en bailes me veo,

mejor que a las de Strauss dulces sonatas,

pegar brincos deseo

al viejo martilleo

del venerable vals de las patatas.

 

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EL HOMBRE DE DOS CARAS

Merecerá morir entre arcabuces

el hombre de dos caras, por aleve

traidor y criminal; más diré breve,

aunque lo negaran cuatro avestruces.

Que es hombre venturoso a todas luces

porque a cuatro carrillos come y bebe:

porque el buen jugador saberse debe

que más gana con caras que con cruces.

Porque aunque de maldades todo un cesto

le echen en cara, a repartir comienza,

y dos tocan a menos por supuesto.

En fin, y esto presumo que convenza;

porque tiene otra cara de repuesto,

si se le cae la cara de vergüenza

 

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YA ES DESPUÉS

Inés, moza criada en Fuencarral,

¿Usted gusta cenar?, clamó cerril,

y su ama, Concepción, dama sutil,

“Ya es después” contestó con mucha sal.

¿Ya es después?,  dijo Inés, modismo tal

no comprendo; mas juro por San Gil

encajarle una vez y ciento y mil,

cuadre o no, venga bien o venga mal.

Sintió grandes dolores Concepción,

y ofreciose la Inés con interés

en tanto que llegaba el comadrón.

Chica, dijo la enferma viendo a Inés,

¿Gustas salir por mí del apretón?

Y respondió la moza...”Ya es después”

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El rapé

Con los ojos arrasados

en lagrimones, María

a su confesor decía

sus culpas y sus pecados.

Sin fatigas ni aspavientos

y llena de contrición,

empezó su confesión

por los santos mandamientos.

¡Qué dolor! ¡Qué laberinto!

Pasó el uno, el dos y el tres,

y el cuarto vino después,

después del cuarto, el quinto.

L1egó el sexto, ¡suerte impía!,

y allí pagó bien sus gustos.

¡Ay, qué penas y qué sustos

pasó la pobre María!

¡Cuitada! Fuera de sí,

mas descansando en la fe,

exclamó: _¡Señor, pequé!

¡Tened compasión de mí!

¡Quiera Dios, y no el dios Baco,

perdonar mi desvarío ... !

¡Pero, Jesús, padre mío,

y cómo oléis a tabaco!

Él, pensando en el te absolvo,

contestó: _Huelo, lo sé;

mi delicia es el rapé;

a todos nos gusta el polvo.

Diga, hermana, lo que quiera,

que todo ello será nada._

Y la niña, sosegada,

s   se explicó de esta manera:

 _Supuesto que sois clemente,

prosigo mi mandamiento:

sabed, para mi tormento,

que tengo un vecino enfrente.

Es joven, usa levita,

y es tan gallardo y buen mozo

que yo me muero de gozo

 cada vez que me visita.

De verle tan currutaco

me da cierto escalofrío ...

¡Pero, Jesús, padre mío,

y cómo oleis a tabaco!

_¡Bien, mujer, ya te lo he dicho!

_replicó él, amostazado,

y ella prosiguió el pecado,

confesando su capricho:

_¡Ay, señor! Pues no es escasa

vuestra santa compasión,

sabed que el mozo en cuestión

estuvo el domingo en casa.

Nosotras somos sencillas,

y él, que es el mismo Caifás,

en chanza, sin más ni más,

empezó a hacerme cosquillas.

En balde mis fuerzas saco,

 procurando su desvío ...

¡Pero,Jesús, padre mío,

y cómo oleis a tabaco!_

 

El padre, lleno de enojos,

de nuevo la reprendió,

y la niña prosiguió,

con lágrimas en los ojos:

_En vano busqué maneras

de librarme de sus danzas;

el trato admitió las chanzas,

y las chanzas fueron veras.

Quise, hasta en puntos y comas,

corregir al pecador,

pero no pude, señor;

que también gusto de bromas.

Me cogió bajo el sobaco

y con arrojo y con brío ...

¡Pero, Jesús, padre mío,

            .           y cómo oleis a tabaco!_ 

El fraile, llegando aquí,

dijo:_¡Acabó la disputa;

tú me ess oliendo a puta

desde que empezaste así,

y sin que por tal pensara

darte imprudentes chacotas,

una falta que me notas

me la estás echando en cara!

Dicho esto, tomó otro polvo

 y gruñó:_Basta de historia:

aquí paz y después gloria;

levanta, que ego te absolvo.

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DISPARATES.

¡G

ran novedad! ¿Qué otra cosa que disparates podíamos esperar de ti?, dirán los que tengan la costumbre de mirar como yo la firma antes que el epígrafe. ¡Alto aquí! Hoy voy a plagar mi artículo de disparates, y de disparates garrafales; pero entiéndase que no soy yo quien disparata; otros son los que disparataron, y tal vez llegue a manos de alguno de los que tienen la culpa de que disparate yo este escrito disparatadamente disparatado. Bastante disparaté hasta el día: tiempo es ya de consolarme y divertirme con los disparates ajenos; porque está visto que todo bicho viviente está  comprendido en las conjugaciones del verbo disparatar: Yo disparato, tú disparatas, etc.

Yo prosigo conjugando porque todo puede  comprenderse en este resumen: todos disparatamos. Pero en esto de los disparates hay sus distinciones. Unos disparatamos sin querer y otros queriendo; haremos esta separación de materias.

No hay cosa más fatal que la distracción en las imperfecciones morales del hombre. Ella es causa del papel ridículo que por lo regular hace en las calles como en las tertulias, él que por otra parte causa la admiración de los que lo conocen.

Un hombre sabio es siempre meditabundo, sinónimo de distraído, y un hombre distraído, así como tiene toda la frialdad hija de su enajenamiento para echar a andar por la

calle con botas de montar y en mangas de camisa y saludar a los que no conoce y no saludar a los conocidos, así cuando habla saltan de su boca palabras extravagantes , incoherentes, aparecidas al acaso. Esta misma distracción le hace parecer rústico como un foncarralero diciendo tal vez «beso a usted la mano» a las señoras, y «a los pies de usted» a los caballeros, o equivocando las palabras sin sentir como alguno que yo conozco que dice ojepto cuando habla, y objeto cuando escribe; bien que esto pertenece al número de los disparates sin querer, sucede muchas veces cuando el que habla fija todos sus sentidos en la pronunciación. Palabra hay que se masca cinco minutos y aún se queda alguna letra entre los dientes. Pero esos disparates chocan solo cuando se oyen y pare usted de contar. Los disparates sin querer que no pierden nunca, son los del cajista: estos son los disparates generalmente conocidos con el nombre de erratas. Pocos ejemplos citaremos para dar a conocer la índole y la trascendencia algunas veces de estos disparates que con razón colocamos entre los inevitables.

Hablando un periódico días pasados de las fracciones en que se divide el partido progresista, por decir la fracción Olózaga, ponía la facción Olózaga lo cual era un disparate maliciosamente significativo. Otro periódico refiriendo una reunión de contratistas en el ministerio de Hacienda dijo: «Serían las dos de la mañana cuando los contrabandistas desalojaron el ministerio»; y esto de contrabandistas tiene una interpretación de todos los demonios. En una novela que yo leí, decía «el niño era el embeleco de su padre» por decir él embeleso. Y en un diario de la oposición refiriendo cómo un empleado subalterno había contestado con insultos al ministro, en vez de decir: «gran bofetón al oficio de S. E.» decía «gran bofetón al orificio de S. E.»

DISPARATES QUERIENDO,

Los disparates suelen cometerse a sabiendas, y esto sucede más fácilmente en la gente de talento que en los tontos.

Creen algunos que el genio consiste en la travesura y son traviesos ó quieren serlo, y casi siempre lo consiguen a fuerza de ensayos y de empeños. Pero las travesuras por imitación son tan pálidas é insustanciales que con dificultad llenan una vez su objeto que es la celebridad. Líbrese un hombre travieso de no atraerse las simpatías o las maldiciones de muchos; porque sus disparates serán calificados por la sociedad inexorablemente diciendo que pertenecen al género tonto. Los traviesos por instinto son bichos de mala especie, perjudiciales a la sociedad; pero sus atrocidades llevan un sello de graciosa originalidad que seduce. Vamos a los disparates queriendo de la gente no civilizada; de esos disparates que los que carecen de instrucción ensartan cuando escriben, que si bien pudieran pasar por disparates sin querer puesto que no tienen los que disparatan obligación de saber más, llámolos yo disparates queriendo, puesto que hacen únicamente su santa voluntad, en vez de consultar con los inteligentes como pudieran y debieran hacer en ciertos casos.

Dejo a un lado los epígrafes y anuncios de los diarios de avisos, porque cada número daría materia para un artículo lo menos: voy a dar cuenta de algunos disparates escritos en las puertas y esquinas de muchas calles de Madrid, y alguno que sepa de otra parte, porque no creo yo que en Madrid solamente se disparata.

Aquí se asan asados, dice un rótulo de la calle de Leganitos; es decir, que el que lleva un par de capones o conejos crudos se fastidia, porque no se los asan mientras no los lleve asados.

Aquí se pintan salones, dice un pintor en su muestra, y a fe que ni de balde habrá quien le dé trabajo, siquiera por no tomarse el de llevar los salones a su casa por esas

calles de Dios dando que murmurar al mundo.

Se alquilan camas para matrimonios de caoba. Chúpate esa. ¡Qué bueno estaría un matrimonio de caoba, tendido a la bartola!

Colegio de niños y niñas de ambos sexos. Ya sabíamos que había niños de ambos sexos, porque niños es una voz como personas que se refiere a ambos géneros masculino y femenino: pero según el autor de esta inscripción, niños pertenece exclusivamente al masculino, y para hablar del femenino es preciso decir niñas; y en este caso el disparate es más enorme porque quiere decir niños de ambos sexos y niñas de ambos sexos: es decir, niños hermafroditas y niñas hermafroditas.

Tahona de Jesús y Tortas. Ya saben ustedes adonde está la Tahona de Jesús y pueden ver por sus propios ojos este disparate original. Siempre he oído decir Jesús Piadoso, Jesús Nazareno etc., pero Jesús y Tortas, nunca; porque es un apellido Tortas que solo cuadra a los tahoneros Zampa-Tortas.

En la calle del Carbón dice un letrero: Aceite, vinagre, jabón y velas y demás comestibles. Buen provecho hagan el jabón y las velas al que tenga buenas tragaderas, que lo coma ni más ni ménos que si fuera pechuga de perdiz o pata de pavo.

Subida al peluquero, dice la muestra de muchas peluquerías. Tal puede ser la estatura de los peluqueros que necesite uno armarse de escalera de mano para poderle decir al oído: quíteme usted estas greñas.

Se venden cajas para difuntos completos. Esto querrá decir, cajas de marca mayor que pasen de cinco pies, para hombres y no para niños; pero la inscripción tiene su filosofía, porque quiere decir para difuntos enteramente difuntos, no difuntos a medias. Bien sabrá el que le puso que muchos vivos son condenados por los médicos a morir enterrados, y que si pudieran romper la caja y levantar la losa que les cubre, tardarían muchos años en visitar el otro mundo.

Zapatos para hombres rusos hechos en Madrid. Zapatos para hombres rusos ya era disparate, porque la construcción física de los hombres rusos es idéntica, prescindiendo del tamaño, a la de cualquier otro hombre sea español, egipcio o americano; pero lo que merece la pena de examinarse es esto de hombres rusos hechos en Madrid. Aquí sí que viene bien aquello de a pares como los frailes.

En la calle del Príncipe hay una muestra colocada en tan buen lugar que lo que aparece en conjunto es:

Educación de Señoritas

Asegurada

de

Incendios.

¡Caramba con la tal educación! No hay miedo que se queme, que la empresa de seguros paga.

Aún me acuerdo de las últimas ferias de esta corte, donde entre otras cosas vi unas botas de montar de las cuales pendía un papel que decía, ni mas ni menos que si las botas hablaran: Nos venden. Solo faltaba que hubieran añadido ¡traición! ¡traición!

Es muy natural esto de llamar a las calles y plazuelas que desembocan cerca de los Consejos o de las Cortes, calle de las Cortes, calles y plazuelas de los Consejos: pero es gracioso que estos respetables nombres desciendan a dar también su denominación a tiendas y despachos de cualquier género. Yo he conocido un Café de las Cortes, y esto es algo verosímil porque pueden muy bien los representantes de la nación tener un café inmediato que les mate la sed ....Pero y ¿qué diremos de la Taberna de los Consejos? Esto puede entenderse de dos modos o taberna que surte de vino a los Consejos, o taberna donde se dan consejos. En el primer caso ¡lúcidos estaban los consejeros!,  y en el segundo caso, ¡medrados estarían los aconsejados! Este letrero ha desaparecido por fortuna.

En Salamanca el año 33 había el siguiente: Cirujano y comadrón de los voluntarios realistas. Se entiende que sería cirujano de los realistas y comadrón para las mujeres; pero él no se anduvo en chiquitas y por si acaso ocurría un lance milagroso quiso que los realistas de Salamanca tuvieran comadrón a quien poder mandar.

En la calle de Atocha, frente al cuartel de la Milicia Nacional, hay un zapatero que tiene una muestra con varios zapatos pintados a cada lado de la puerta. La de la derecha saliendo de la casa tiene la cuarteta siguiente:

Si deseas equidad

la que los tiempos exigen

no dudes tomar entrada

pues no hay duda que aquí sirven.

En la otra muestra hay una mano pintada apuntando ala primera que está diciendo:

Lo que aquel dice es verdad ;

y para hacerlo evidente

ninguno va descontento,

aunque suba mucha gente.

Cánsome de disparates y voy a concluir con una reflexión que tal vez será disparatada, pero que yo tengo la tontería de pensar que no lo es. Más que tanto arbolado, por mucho que engalane la población, y más que tanto empedrado y mejora de lápidas y faroles, por más que sirvan de adorno y comodidad, importa a la capital de la nación el dar idea de civilización y cultura. ¿Porqué no remediar entonces estos disparates que tan mal concepto pueden hacer formar a los extranjeros de nuestros adelantos? _¿Y cómo evitarlos?, dirá el ayuntamiento.  _Muy sencillamente, respondo yo. ¿No tienen ustedes empleados que sepan ortografía y gramática?  Pues establezcan una comisión de censura y oblíguese a todo el vecindario de Madrid a que no escriba una letra en la pared, sin el visto bueno de dicha comisión. Se contestará que los empleados tienen ya su negociado que les ocupa mucho, y yo replicaré que en un cuarto de hora se pueden revisar todos los letreros que se hagan en medio año para Madrid. Digo esto para que no se entienda que trato de crear una oficina con el santo fin de que me den un empleo, porque ni le necesito ni le quiero. Hasta otro rato.

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