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Miguel Rasch

Culto de safo

Edén de los edenes

Espasmo

Eclipse

Culto de Safo

Bajo el cielo de Lesbos floreció tu malicia,

y en Lesbos adquiriste la afición con que eres,

en el coro festivo de las otras mujeres,

la que eróticamente las provoca e inicia...

¿Qué goce de otros mundos o qué extrema delicia

hallas en el inverso culto de tus placeres?

¿Por qué al beso del macho que fecunda, prefieres

el beso de la amiga: tu émula en la caricia?

Dichosa tú que sabes, sin manchar su blancura,

deleitarte en la núbil plenitud de sus senos

y embellecer el vicio con tu propia hermosura.

Salve a ti en el cortejo de las mujeres bellas

que ayúntanse a los hombres en connubios obscenos:

tu pecado rebelde no es el de todas ellas.

 

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Edén de los edenes

En la grata penumbra de la alcoba,

todo indecisamente sumergido,

y ella, desmelenada, en el mullido

y perfumado lecho de caoba.

Tembló mi carne

— ¡enfiebrecida loba!—

y arrobéme en el cuerpo repulido,

como en un jazminero florecido

una alimaña pérfida se arroba.

Besé con beso deleitoso y sabio,

su palpitante desnudez de luna...

y en insaciada exploración, mi labio

bajó al umbroso edén de los edenes,

mientras sus piernas me formaban una

corona de impudor sobre las sienes.

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Espasmo

Después de que con lúbrico recreo
ávidos besos en tu boca imprima,
como quien logra ambicionada cima
te escalaré en la fiebre del deseo.

Buscaré el montecillo del Himeneo
donde celoso musgo lo escatima,
y en contubernio de tu carne opima
llegaré de deleite el apogeo.

Pasado el lujurioso escalofrío,
sentiré ante tu carne poseída
odio a tu cuerpo, repugnancia al mío;

y también la congoja repetida
de ver que sólo al destilar hastío
se abre, mujer, tu impenitente herida

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Eclipse

En medio a mis congojas, en mitad de mi hastío,
tu recuerdo lejano, tu recuerdo clemente,
vino, desde las sombras, a posarse en mi frente
y a decirme que aún vive nuestro amor, amor mío.

¡Perdóname! La culpa del injusto desvío
fue del hombre que sueña, no del hombre que siente.
Mira: puede en su rumbo desviarse la corriente
pero la imagen sigue reflejada en el río.

Tu recuerdo en mi alma se nubló como aquella
lumbre de los luceros que en la noche callada
se eclipsa si las nubes se detienen ante ella.

Mi olvido fue una nube que ya va de partida,
y tu amor es la estrella que un momento eclipsada
sigue irradiando inmóvil en lo azul de mi vida.

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