Menchu Gutiérrez

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Pienso roda la noche en el ramo...

Corre una brisa de invisibles...

Resplandece la noche...

 

Pienso toda la noche en el ramo

y en la figura que con la madrugada

se recorta, caída en el jardín.

Vienen con máscara los poderosos mirlos

y hunden sus picos de oro en la sombra humana

¿Y por qué fluye?

Vetas de sangre abiertas

recorren los brazos derribados en la hierba.

Cerca, la leña dispersa

devora su misterio.

¡Fuera verdad el ramo!

¡Pero los ramos se hicieron con manos dormidas!

Finos trazos de tinta

rayan el dibujo del horizonte,

golpeados por el sonido de mi corazón

que tiembla.

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Corre una brisa de invisibles, millares
gotas de agua,
por mi corona de noche
y almendra laminada.
Corre entre dos bocas
un solo hilo de almohada
es un telar callado
la noche.
Envejecen los paisajes,
depositan sus perfiles
en cristales distantes
los cabellos del río,
y no canto,
que estoy quieta en la nota,
alto estambre
del amor.

 

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Resplandece la noche

y su mirada es venenosa,

las estrellas montaraces

se arremolinan en torno a los ecos.

La barca va por el río incendiado

prendida en el pulso que nutre mi corazón,

los graves timbales portan el peso de las sombras,

cortejo que avanza por las orillas,

y los remos son ayes

escritos en las llamas.

 

Mendiga brújula,

la deriva es el susurro

que viene del fondo del mar.

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