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Manuel del Cabral

Mujer con anillo

Aire durando

No le tire...

Negro sin risa

Sexo cumpliendo

La mano de Onán se queja

 

MUJER CON ANILLO

Mujer que estas un poco en este anillo,
casi un poco, tal vez
lo que dura en el lecho
la palabra mujer.

Mujer que cabes en un ruido rubio.
Mujer,
que pasas por mi boca como el agua
que no quita la sed.

Mujer que te repartes en mis cosas.
Mujer,
te estoy tocando ahora, pero ahora
sólo toco tu piel.

Cuando estás en mis dedos
me pareces de viaje.
Tal vez,
es así como quiero,
pero no como amo.

Déjame que me quite
este lujo del cuerpo.
No ves,
que me pesa este anillo...
¿no lo ves?

Déjame que te use con los ojos.
¡Qué bien!
Los ojos se me llenan
de paisajes de tren.

Es que hay algo pasando ...
¿No lo ves?
Tú del tamaño de mi lujo sólo.
Mujer,
que rodeada estás por este anillo
de honradez.

Me quitaré tu nombre repartido,
tal como cuando llego de la calle:
que me quito del cuerpo
cotidianos detalles.

Ya ves,
mujer que eres a veces propiedad de mi alma,
y a ratos,
propiedad de mi piel.

 

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AIRE DURANDO

¿Quién ha matado este hombre
que su voz no está enterrada?

Hay muertos que van subiendo
cuanto más su ataúd baja...

Este sudor ... ¿Por quién muere?
¿Por qué cosa muere un pobre?
¿Quién ha matado estas manos?
¡No cabe en la muerte un hombre!

Hay muertos que van subiendo
Cuanto más su ataúd baja...

¿Quién acostó su estatura
que su voz está parada?
Hay muertos como raíces
que hundidas... dan fruto al ala.

¿Quién ha matado estas manos,
este sudor, esta cara?

Hay muertos que van subiendo
cuanto más su ataúd baja...

 

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NO LE TIRE ...

No le tire, policía;
no lo mate, no;
¿no ve
que tiene la misma cara
que tiene usted?

Corre roto,
sin zapatos.
¿No lo ve?

Corre tal vez
con una honradez tan seria
que corre en busca del juez....

Acérquese, policía,
pero guardando el fusil.
Acérquese.
¿No lo ve?

Se parece a usted,
y a mí...

Mírelo bien.

Huye de la tierra y siempre
se va con ella al partir...

Acérquese... No le hiera
ni con el ojo
su dril...

Mire sus pies ...
Mírelo bien ...

Policía, no le tire.
Fíjese
que corre como la sed...

 

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 NEGRO SIN RISA

Negro triste, tan triste
que en cualquier gesto tuyo puedo encontrar el mundo.

Tú que vives tan cerca del hombre sin el hombre,
una sonrisa tuya me servirá de agua
para lavar la vida, que casi no se puede
lavar con otra cosa.

Quiero llegar a ti, pero llego lo mismo
que el río llega al mar... De tus ojos, a veces,
salen tristes océanos que en el cuerpo te caben,
pero que en ti no caben.

Cualquiera cosa tuya te pone siempre triste,
cualquiera cosa tuya, por ejemplo: tu espejo.

Tu silencio es de carne, tu palabra es de carne,
tu inquietud es de carne, tu paciencia es de carne.

Tu lagrima no cae
como gota de agua...

(No se caen en el suelo
las palabras.)

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SEXO CUMPLIENDO

 Digitales  delicias gobiernan superficies.
El lecho cruje,
cruje de pueblo fabricado a besos.
De pronto un sudor blanco roba el futuro en gotas,
y un sabor hay de mar que busca no ser agua,
sabor de ropa derrotada a clima,
a ternura de plumas prisioneras,
a mañana que anda por su cuerpo,
por su aluvión de tibia nieve a sueldo:
censo precipitado, derretido,
pequeña muerte desprendida viva.

Desprendida,
invadiendo dominios de líquidas raíces,
y a ocultos empujones azules, por sus venas:
nadadores extraños, materiales secretos
que galopan cruzándose de vida;
un resbaloso mundo de minutos con siglos,
un semental tumulto que anónimo prepara
espacios dolorosos,

números obligados a levantarse como héroes…

Sin embargo, gomas hay ataúdes,
redes para mariscos terrenales,
se coagulan sus ángeles sin puerta,

cielo de caucho eunuco los ahoga,
mata sus puros empujones blancos,
mata sus furias de humedad reunida.

Pero terca,
toda la zoología se le sube a su cuerpo,
por sus manos elásticas como palabras,
por el valiente oficio de pan que hay en los senos,
anda un blando, anda un suave,
anda un dulce silencio de leopardo.

Y la materia tiembla,
tiembla sobre boticas y birretes,
sobre encuadernadores de siglos educados,
y como un dios que entra
apartando trigales enlutados,
sólo su clima sólido de súbito
abre auroras profundas, vigiladas,
para poner de pie cada año a la tierra.

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LA MANO DE ONÁN SE QUEJA

Yo soy el sexo de los condenados.
No el juguete de alcoba que economiza vida.
Yo soy la amante de los que no amaron.
Yo soy la esposa de los miserables.
Soy el minuto antes del suicida.
Sola de amor, mas nunca solitaria,
limitada de piel, saco raíces...
Se me llenan de ángeles los dedos,
se me llenan de sexos no tocados.
Me parezco al silencio de los héroes.
No trabajo con carne solamente...
Va más allá de digital mi oficio.
En mi labor hay un obrero alto...
Un Quijote se ahoga. entre mis dedos,
una novia también que no se tuvo.
Yo apenas soy violenta intermediaria,
porque tambien hay verso en mis temblores,
sonrisas que se cuajan en mi tacto,
misas que se derriten sin iglesias,
discursos fracasados que resbalan,
besos que bajan desde el cráneo a un dedo,
toda la tierra suave en un instante.
Es mi carne que huye de mi carne;
horizontes que saco de una gota,
una gota que junta
todos los ríos en mi piel, borrachos;
un goterón que trae
todas las aguas de un ciclón oculto,
todas las venas que prisión dejaron
y suben con un viento de licores
a mojarse de abismo en cada uña,
a sacarme la vida de mi muerte.

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