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Síndrome de Diógenes

Mujer sin alcuza

Ángeles barrocos

Síndrome de Diógenes

Por los fardos oscuros,

por los paraguas rotos,

por los trapos ajados,

por los plásticos yertos,

por las bolsas sin nada,

por las manzanas secas,

por los mendrugos áridos…

descuelga su mirada vacía

_a la deriva_

por su hediondo museo

del que es dueña absoluta.

Quizás, en otro tiempo

esta mujer fue bella,

dejara en sus amores

su risa cristalina

y sus manos de piedra

fueran manos de musgo

para tiernas caricias.

En su cripta de ratas,

de polillas y hormigas

donde su sombra expande

su plenitud de heridas,

atónita contempla

las manos que derriban

su devenir de sueños,

su riqueza baldía.

 

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Mujer sin alcuza

                                                                                                  Esta mujer no avanza por la acera
                                                                de esta ciudad.
                                                                                                 Esta mujer va por un campo yerto.
                                                                                             
(Dámaso Alonso)



La mujer deja la alcuza sobre su soledad.
Observa
la ciudad nocturna con sus negras pupilas
donde habitan, furiosos, sólo pájaros ciegos.
Mira las luces de neón, su colorido
de acompasado parpadeo y respira
el turbio aroma de las calles flageladas de lluvia.
La mujer ha doblado su chal. De pie, junto al espejo
se coloca su nuevo vestuario de colores. Con sus manos
espectrales pone flores y plumas en su triste cabeza
carcomida de horas. Lentamente, en su rito, completa
su disfraz con guantes y zapatos de Dra. Queen.
No oye, no habla, no se ríe.
Desprende un viento frío de orfandades
y un hálito de flores derrotadas.
Esta mujer, viajera de lo inmóvil,
jamás descansa en estación alguna.
Puede tardar, más llega a su destino,
a su espacio de tránsito, puntual y sedienta.
La mujer prepara su maleta:
para este nuevo viaje nada puede olvidar.
Como joyas maléficas va guardando cuidadosamente,
la coca, el éxtasis, el sida, la heroína.
Un nuevo álbum de fotos y una lista.
Esta mujer de paso leve y actitud sombría
irá hacia la noche
y entre una multitud ebria de luces y de sombras,
ebria de música, cumplirá cual verdugo su destino.
De "Mujer sin alcuza" 2005

 

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Ángeles barrocos

Bajo la nervaduras y los arcos
ángeles puros en racimos ebrios
con sus risas de lirios nos deslumbran.
Sobre su piel la pátina del tiempo
difumina los ópalos dormidos
prolongando los oros en su hondura.
En las columnas dóricas se apoyan,
roban sus alas las policromías
para fraguar azahares en el aire.
Con encajes de luz hieren las sombras
y del perfume de los incensarios
tejen guirnaldas de rosas de humo.
Se desmayan los bucles en las frentes
mientras, locos, estallan su alegría
contra la frigidez austera de los mármoles.
(De Amados ángeles)

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