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Luis Álvarez Piñer

El olvido recuerdo

La copa de Mallar

Luna

Platónica

EL OLVIDO RECUERDO Y VICEVERSA

Entre las muchas cosas

en que mi olvido medra

no estás tú, laboriosa y oscura ciudad

corroída del humo.

Escorias y algas te reconstruyen

en un remiso amanecer continuo.

 Mas la memoria permanece informe

mientras yo no la toco;

que yo quiero el recuerdo en su tiempo

y no en el mío.

El tiempo mío es verdad y se debe a la muerte.

 ¿Dónde ya los pataches

que dejé en plenitud de arboladura?

Fue un triste otoño el suyo: eran los últimos

caballos de la fuga de aquel mundo.

En la memoria flotan llevando aquellos días

en sus bodegas, vienen hacia mí

sin esperar jamás el abordaje.

Inmensas arpas frente al sol temeroso,

siguen sonando, salvadas del ocio fatal

y empapan el reseco aire de ahora

con su viejo salitre.

Aún recuerdo mi luz de amanecer

y soy el dique gris, la ensenada sombría

cruzada largamente de gaviotas.

Si aquella muerte os dieron los días del recuerdo

resucitáis en esta realidad que os deparo.

Mis manos tienen fecha

y envejecen la luz.

Todo sigue con riesgo de perderse

pero aquí estáis: Os reconozco.

Vais a dejar la carga más atrás

salvado el arrecife de los ojos

(que asoma en vuestras aguas hoy crecidas).

A carbonear de amanecida y encender vuestras lámparas

gigantes y amarillas

en la parte de sombra que aún resiste,

mientras al fondo —como en un establo

espesos bueyes dóciles—,

se mecen los colmados madereros.

Todo está como estaba. Sólo yo

convencional, jugando con ventaja

devuelvo el tiempo al tiempo

y escondiendo la muerte por mis manos

salvo audaz la partida.

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LA COPA DE MALLARMÉ

En lo alto, el cristal, invisible, perfecto

donde hasta el sol se equivoca y tropieza.

Y la mano de plinto le sirve.

Por la mano se acerca la tierra

hecha sueño de hombre a través

de la sangre vivida. y revienta

en la espuma con que ahora brindamos:

La pleamar, el final de la oscura marea.

 Encontrar superficie, salir.

Libertad, soledad. La experiencia

siempre inocente, siempre limpia

es el límite, flor siempre abierta

en la gracia ideal del espíritu

cristal sobre el que hiere la luz su presencia.

 

 

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LUNA

Breves lapsos de tiempo se atesoran

en la estable marea de la vida,

cuando no trunca el río su crecida

hacia esas aguas que lo enamoran.

 Es una ola el lugar de la partida

donde juegan aquellos que se ignoran,

y con puños la espuma rememoran

como dados que ciernen una herida.

 Camino del océano va luna,

desprendida la noche de su amante,

iluminando a muerte y a locura.

 Sin entrañas, sin sangre, sin ventura

y con el porvenir espeluznante

transita en cada mar hacia la cuna.

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PLATÓNICA

Las criaturas se ignoran desde la pérdida del paraíso

y luchan ciegas en el amor
_el único residuo de aquel tiempo_
por la unidad soñada. Las aves, que olvidaron
el punto cardinal de su origen,
bajan a sus cabezas, dan contextura mágica
a su mirar ansioso y expectante.

Sólo en su duda toma algún sentido

la estrella y el charco en que se pudre.
Hace falta talante de iniciados
para hacerse capaz de decisiones,
para que de la vida no se libere el tiempo
y deje sin sentido lo que soñar no puede,
y el mar (a quien el sueño tanto debe)
no desborde los frágiles límites del espíritu.

Gotea siempre en torno

tanta necesidad de paraíso
que al fin nos entendemos:
el corazón es una brújula insegura
pero hace lo que puede
percutiendo en la sombra hasta la muerte.

 

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