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Julio Aumente

Al filo de las noches

Paseo marítimo

Sarcófago de Córdoba

AL FILO DE LAS NOCHES

Un cuerpo que se entrega no es difícil hallarlo.
Eso eras tú, un hermoso cuerpo divino y vivo.
Una breve cintura, un racimo dorado
en tus ojos brillando entre los ríos de Agosto.
Pero es fácil que un cuerpo fulja como una gema
si como amor se mira, con verdadero amor.
Amor y no esa débil pasión que muere a un tiempo
con el último goce de los cuerpos vencidos.
Para mí la palabra, para ti la caricia;
para mí la sonrisa y el arco de tus cejas,
para mí el fruncimiento de tu labio rosado,
superior, tibio, altivo, carnal, condescendiente.
Pero el amor no muere porque nunca ha nacido
en ti, que languideces al tocar de los dedos.
Tú buscas el secreto, la dulzura, el peligro
del momento robado al filo de las noches.
La amistad para ti, o el amor, eran sólo
nombres a que invocar en las horas perdidas

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PASEO MARÍTIMO

 Un mar está lejano,
acaricia arrecifes.
Pez o rojo coral
en luz clara reviven.
Doras con tu presencia
el tibio, el puro, el cálido
dulce y húmedo viento.
En tu cuerpo descanso.
Tus ojos son el mar,
el mar eres tú mismo
_bronce aún débil_, un cielo
pesa en tus hombros, vivo
cuerpo amado. La arena
_luz que se entrega a todos_
sobre las piedras blancas
reverbera sus oros.
La luna en su menguante
roja se nos ofrece
como fruta lejana
que estrellas paladeen.
Tú estás allí y el mar.
Yo aquí frente a la tierra
con su forma tangible
que nos separa espesa.
Nos desune, gravita
lo sólido. Interpone
su densidad, distancia.
Nos va borrando nombres.
Oh, dulce amor, recuerdo
para siempre. Qué limpios
los que el aire me trae,
memoria sin olvido.
Viento de aquella mar
salado en nuestra sangre,
déjame en el presente.
Calla el alma. No sabe.

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SARCÓFAGO DE CÓRDOBA

Allí se reclinó el cuerpo cansado
de aquel que buscó y no halló la absoluta belleza,
verde jardín que refresca el surtidor,
no más, no más sino dormir eternamente.
Filósofo abúlico o dacio mílite,
noble patricio o emperador divinizado,
en tan deslumbrador rectángulo de mármol
rosado mineral, tal si de Paros,
con luz lunar iluminada luce
vegetal o animado relieve caliente e inmortal
en cuya puerta, innominada, resquicio cierto incita
a traspasar el dudoso dintel ignoto.
Puerta indecisa que separa
sucio mundo presente de un más dichoso prometido;
Hades funesto así lo aceptas sin pavor alguno,
senda de luz y silencio abierta ante tus pies,
niebla acogedora te envuelve en tu mortal deceso,
esplendor evanescente que hace traslúcido el frío alabastro.
Sarcófago de Córdoba que en ti mismo devoras
cruel ciudad desdichada a la vulgaridad entregada con desidia.
Descansa ahora y luego resucites,
corta fusión perecedera,
para de ti volver, alta realeza,
polvo o aire, del agua, triunfal de nuevo en ti reconvertirme.

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