Juan Boscán

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El ruiseñor que pierde sus hijuelos

Dulce soñar y dulce congojarme

Soy como aquel que vive en el desierto

  EL RUISEÑOR QUE PIERDE SUS HIJUELOS

 

 

Cual suele el ruiseñor entre las sombras

de las hojas del olmo o de la haya

la pérdida llorar de sus hijuelos,

a los cuales sin plumas aleando

el duro labrador tomó del nido;

llora la triste pajarilla entonces

la noche entera sin descanso alguno,

y desde allí, do está puesta en su ramo,

renovando su llanto dolorido,

de sus querellas hincha todo el campo

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 Dulce soñar y dulce congojarme,

cuando estaba soñando que soñaba;

dulce gozar con lo que me engañaba,

si un poco más durara el engañarme;

 dulce no estar en mí, que figurarme

podía cuanto bien yo deseaba;

dulce placer, aunque me importunaba

que alguna vez llegaba a despertarme:

 ¡oh sueño, cuánto más leve y sabroso

me fueras si vinieras tan pesado

que asentaras en mí con más reposo!

 Durmiendo, en fin, fui bienaventurado,

y es justo en la mentira ser dichoso

quien siempre en la verdad fue desdichado

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Soy como aquel que vive en el desierto,

del mundo y de sus cosas olvidado,

y a descuido veis donde le ha llegado

un gran amigo, al cual tuvo por muerto.

 Teme luego de un caso tan incierto;

pero, después que bien se ha segurado,

comienza a holgar pensando en lo pasado,

con nuevos sentimientos muy despierto.

 Mas cuando ya este amigo se le parte,

al cual partirse presto le conviene,

la soledad empieza a selle nueva;

 con las hierbas del monte no se aviene,

para el yermo le falta toda el arte,

y tiembla cada vez que entra en su cueva

 

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