Juana de Ibarbourou

índice

La hora

Amor

Lo que soy para ti

La sed

Millonarios

La rosa blanca

Amanecer

Vestidos nuevos

           Puñados de polvo

 

La hora

Tómame ahora que aún es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.
Tómame ahora que aún es sombría
esta taciturna cabellera mía.

Ahora , que tengo la carne olorosa,
y los ojos limpios y la piel de rosa.
Ahora que calza mi planta ligera
la sandalia viva de la primavera

Ahora que en mis labios repica la risa
como una campana sacudida a prisa.
Después...¡oh, yo sé
que nada de eso más tarde tendré!

Que entonces inútil será tu deseo
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.
¡Tómame ahora que aún es temprano
y que tengo rica de nardos la mano!

Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca
y se vuelva mustia la corola fresca.
hoy, y no mañana. Oh amante, ¿no ves
que la enredadera crecerá ciprés?

PULSA  AQUÍ PARA LEER POEMAS REFERIDOS AL TÓPICO DEL CARPE DIEM

 

ir al índice

 

Amor
El amor es fragante como un ramo de rosas.
Amando, se poseen todas las primaveras.
Eros trae en su aljaba las flores olorosas
de todas las umbrías y todas las praderas.
Cuando viene a mi lecho trae aroma de esteros,
de salvajes corolas y tréboles jugosos.
¡Efluvios ardorosos de nidos de jilgueros,
ocultos en los gajos de los ceibos frondosos!
¡Toda mi joven carne se impregna de esa esencia!
Perfume de floridas y agrestes primaveras
queda en mi piel morena de ardiente transparencia
perfumes de retamas, de lirios y glicinas.
Amor llega a mi lecho cruzando largas eras
y unge mi piel de frescas esencias campesinas.
 

 

PULSA AQUI PARA ACCEDER A POEMAS DE AMOR SEXUAL

 

 

ir al índice

 Lo que soy para ti
           
CIERVA,
que come en tus manos la olorosa hierba.
            CAN
que sigue tus pasos doquiera que van.
            ESTRELLA
para ti doblada de sol y centella.

            FUENTE
que a tus pies ondula como una serpiente.
            FLOR
que para ti solo da mieles y olor.

Todo eso yo soy para ti,
mi alma en todas sus formas te di.

Cierva y can, astro y flor,
agua viva que glisa a tus pies,

           
Mi alma es
            para ti,
            Amor.

ir al índice

 

La sed

Tu beso fue en mis labios
de un dulzor refrescante.
Sensación de agua viva y moras negras
me dio tu boca amante.

Cansada me acosté sobre los pastos
con tu brazo tendido, por apoyo.
Y me cayó tu beso entre los labios,
como un fruto maduro de la selva
o
un lavado guijarro del arroyo.

Tengo sed otra vez, amado mío.
Dame tu beso fresco tal como
una  piedrezuela del río.

PULSA  AQUÍ PARA LEER POEMAS REFERIDOS AL BESO

ir al índice

Millonarios

Tómame de la mano. Vámonos a la lluvia,

descalzos y ligeros de ropa, sin paraguas,

con el cabello al viento y el cuerpo a la caricia

oblicua, refrescante y menuda del agua.

¡Qué rían los vecinos! Puesto que somos jóvenes

y los dos nos amamos y nos gusta la lluvia,

vamos a ser felices con el gozo sencillo

de un casal de gorriones que en la vía se arrulla.

Más allá están los campos y el camino de acacias

y la quinta suntuosa de aquel pobre señor

millonario y obeso que con todos sus oros,

no podría comprarnos ni un gramo del tesoro

inefable y supremo que nos ha dado Dios:

Ser flexibles, ser jóvenes, estar llenos de amor.

 

ir al índice

La rosa blanca

Reclinada en el aire mañanero,

azúcares y sal, polen y aroma,

en el mundo floral eres la poma

que bruñeron artífices de Enero.

De ti se vierte el frágil aguacero,

de ti sale hecho vuelo la paloma,

de ti, la estrella que primero asoma

y la plata verdosa del lucero.

Tu ausencia ha de llorar el leve tallo

que es ahora tu escala y tu caballo,

tu mástil y tu brazo erguido y fuerte.

Mañana ya tan sólo el viento aleve

jugará con tus pétalos de nieve,

hecho collar de perlas de la muerte.

PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS DEDICADOS A LA ROSA

ir al índice

Amanecer

El áureo hexámetro o la cuaderna vía

domar quisiera para hallar el canto

que abre en mi pecho el signo del encanto

en la primera luz del nuevo día.

¿Cómo decir mi nardo de alegría,

la clara yema del ceñido acanto,

y hasta el hilado treno del espanto

de la paloma que la sierpe espía?

¿Cómo decir el valle, la majada,

el recental de hambre apresurada,

mi aliento, en humo, al frío convertido,

la sensación profunda de la vida

en el lento minuto de la huída

de la noche, ante el sol recién bruñido?

 

PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS DEDICADOS AL AMANECER

 

ir al índice

Vestidos nuevos

      Creo a veces que las plantas son como las mujeres: les gusta cambiar de traje. Por eso en Otoño arrojan al suelo todas sus hojas amarillas y en Primavera se cubren de brotes brillantes. ¡Es que, de veras, es tan lindo ponerse un vestido nuevo! Y las acacias se adornan de moños blancos, los aromas de lunares de oro, los plátanos de borlitas verdes y los miosotis, como "Piel de Asno", le piden al hada de las flores un vestido hecho de cielo. ¡Hasta los cardos, tan ásperos, sienten despertar su coquetería y se prenden entre las duras greñas un penacho azul! ¡Me río yo de los botánicos que quieren explicar gravemente los fenómenos de la florescencia y de la vegetación! ¡Si al brotar y al florecer las plantas no obedecen a otro impulso más que al deseo de ponerse un bonito vestido nuevo! Por eso, también, crecen con preferencia en torno de las acequias, de los estanques, de los arroyuelos: para tener un espejo en que mirarse.

ir al índice

Puñados de polvo

      Por la persiana entornada entra al comedor en penumbra, un rayo de sol matinal. Y por la misma rendija sale a la calle, oblicua hacia arriba, una banda ancha y dorada de moléculas. Parece una legión de bailarines, pues, mirando atentamente, veo que cada uno de los puntitos rubios gira de una manera vertiginosa sobre sí mismo. Si yo supiera física, ¡cuantas observaciones podría hacer ahora! Pero no sé nada más que imaginar y soñar. Y miro con envidia a esa banda de átomos que se va a correr el mundo, llevándose quizás el secreto de todas mis intimidades. ¡Oh granitos de polvo que vais a ver lo que yo no he de mirar jamás: bosques, mares, ciudades, templos, auroras boreales, maravillas! De soplo en soplo, de ráfaga en ráfaga, recorréis la tierra, sorprenderéis el secreto de mil mujeres, y cuando el viento os vuelva a traer otra vez a este lugar, quizás haya transcurrido un gran montón de siglos. Yo no seré ya más que un puñadito de polvo amarillo. Y entonces me iré a danzar y a correr por el mundo con vosotros.

[De El cántaro fresco]

 

IR AL ÍNDICE GENERAL