índice

Juan Manuel de Portugal

Canción

A  su dama

CANCIÓN.
Mi alma mala se para
cerca está mi perdición,
porque están en división
la vergüenza de la cara
y el dolor del corazón.
Amor me manda que diga,
vergüenza la rienda tiene,
amor me manda que siga,
vergüenza que calle y pene:
así que si no se ampara
de mí alguna razón,
matarme han sin defensión
la vergüenza de la cara
y el dolor del corazón.
 

ir al índicee

A SU  DAMA.
Que yo cien bocas tuviese
y la voz fuese de fierro,
es imposible sin yerro,
que mis angustias dijese:
y mandaisme vos agora
mi triste vida escribir,
y no es posible, Señora,
en dos mil años decir
lo que sufro cada hora.
Mas que esto sea verdad,
seguiré lo acostumbrado,
que es hacer vuestro mandado
y nunca mi voluntad:
y pues de mi perdimiento
sois verdadero testigo,
veréis que de mi tormento
más de lo que puedo digo,
y menos de lo que siento.
Desque soy por mi fortuna
de vuestra vista apartado
mi lecho hago laguna,
llorándola demasiado:
ni jamas cesan mis males
ni mis acerbos dolores,
tan grandes que no sé cuales
se puedan decir mayores,
aunque sean infernales.
Las noches mi sentimiento
de claras faz tenebrosas,
y mi triste pensamiento
de pequeñas espaciosas:
aquellas son memoradas
las mis angustias crecidas,
presentes como pasadas,
por lo cual son mal dormidas,
maguer sean bien lloradas.
¡O cuan bienaventurados
son aquellos que gustaron
del Leteo, pues quedaron
de sus fechos olvidados!
Mas ya yo no podería
querer tal buena ventura,
ca maguer mi fantasía
me da vida con tristura,
sin ella no viviría.
Porque la pena presente
de algún pasado placer
por grave que suele ser,
algo me deja contente:
mas este conocimiento
no me quita de pasión,
antes crece mi tormento,
sintiendo a mi perdición
cada hora mas aumento.
La vuestra forma excelente
que mi memoria retiene,
ante mis ojos viene
como si fuese presente:
y con esto, mi sentido
y mi triste entendimiento
me deja triste afligido,
tan cercano de tormento
cuan apartado de olvido.
Cada un día imagino
como en aquel vos miré,
y la hora determino
en que entonces vos hablé:
y digo lo que a mi ver
me parece que decía,
y no os viendo responder,
antes mi muerte quería
que tal pena padecer.
Aquellos lugares todos
do vos vi y no vos veo,
por cien mil vías y modos
cada día los rodeo:
y pues lloro en el lugar
donde entonces me alegré,
vos debéis imaginar
¡que haré donde lloré!
Pues nada puedo olvidar.
las sierras por do andamos,
agora sin vos las ando,
allí donde descansamos,
allí muero suspirando:
los verdes prados y ríos
es forzado que acrecienten
tanto los dolores míos,
que no sé como se cuenten
y no diga desvarios.
La música que solía
mis cuidados amansar,
agora multiplicar
los ha fecho en demasía:
si digo alguna canción
que dije en aquellos días,
es en tanta alteración
que no las lágrimas mías
sufren disimulación.
Para que yo escribiese
enteramente mis daños,
cumpliera que viviese
grande multitud de años:
mas es mi vida penosa
para mis males sentir
en extremo copiosa,
maguer corta por decir
pena tan espaciosa.

 

ir al índicee

 

IR AL ÍNDICE GENERAL