Juan Gelman

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Oración

La más mujer del mundo

Arte poética

Dafne

Una mujer y  un hombre

Verdad es

Oración

 Habítame, penétrame.

Sea tu sangre una con mi sangre.

Tu boca entre a mi boca.

Tu corazón agrande el mío hasta estallar.

Desgárrame.

Caigas entera en mis entrañas.

Anden tus manos en mis manos.

Tus pies caminen en mis pies, tus pies.

Árdeme, árdeme.

Cólmeme tu dulzura.

Báñame tu saliva el paladar.

Estés en mí como está la madera en el palito.

Que ya no puedo así, con esta sed

quemándome.

 Con esta sed quemándome.

 La soledad, sus cuervos, sus perros, sus pedazos.

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  La más mujer del mundo

sonríe como un cómplice
bajo el calor suelta sus animales bellos desnudos
indolentes
y recorren la tierra llenándola de ansias de carne
en libertad
ella prepara sus abismos
ninguno la conoce
en la mitad de la noche me despierta la oigo
cómo enciende su furor
y las crepitaciones
de rostros que ella quema lentamente
contra su voluntad.

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Arte poética

  Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío,

  como un amo implacable

me obliga a trabajar de día, de noche,

con dolor, con amor,

bajo la lluvia, en la catástrofe,

cuando se abren los brazos de la ternura o del, alma,

cuando la enfermedad hunde las manos.

  A este oficio me obligan los dolores ajenos,

las lágrimas, los pañuelos saludadores,

las promesas en medio del otoño o del fuego,

los besos del encuentro, los besos del adiós,

todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre.

  Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos,

rostros oscuros los escriben como tirar contra la muerte.

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Dafne

Qué fiesta la de la alegría nueva
sobre el viejo color.
Dafne se hace pluma y vierte
luz y tiempo en la razón de piedra.
Le escriben versos en la ciudad
que pisotea a la justicia. Dafne huye
de los papeles que la ciñen.
Nadie la merece, pero
a veces se la encuentra en
humillaciones de la realidad.
No está escrita aún, como un caballo largo.
Se la ve tan claramente
en el árbol que fue, convertido en vanidad.
Ella ocupa la desolación y nada se le concederá.
Ni el asombro idéntico a ella misma.
Sólo busca un recuerdo donde pueda
ser suave y, en un momento, niña.
Cierra los ojos ante el viento
que agita su pollera y
sobre ella cae la vida continua.

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Una mujer y un hombre

Una mujer y un hombre llevados por la vida,
una mujer y un hombre cara a cara
habitan en la noche, desbordan por sus manos,
se oyen subir libres en la sombra,
sus cabezas descansan en una bella infancia
que ellos crearon juntos, plena de sol, de luz,
una mujer y un hombre atados por sus labios
llenan la noche lenta con toda su memoria,
una mujer y un hombre más bellos en el otro
ocupan su lugar en la tierra.

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Verdad es

Cada día

me acerco más a mi esqueleto.

Se está asomando con razón.

Lo metí en buenas y en feas sin preguntarle nada,

él siempre preguntándome, sin ver

cómo era la dicha o la desdicha,

sin quejarse, sin

distancias efímeras de mí.

Ahora que otea casi

el aire alrededor,

qué pensará la clavícula rota,

joya espléndida, rodillas

que arrastré sobre piedras

entre perdones falsos, etcétera.

Esqueleto saqueado, pronto

no estorbará tu vista ninguna veleidad.

Aguantarás el universo desnudo.

 (La Condesa DF

28 de octubre de 2013)

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