GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS

ÍNDICE

Academias dramáticas
Máscaras
Descripción del castillo de Bellver
.

Academias dramáticas

La corte de Parma ha dado en estos últimos tiempos el ejemplo de otra institución digna de ser imitada entre nosotros. Autorizó una academia   dramática y la dotó con proporción a los objetos de su instituto, que se dirige a cultivar todos los conocimientos relativos a este importante ramo de la poesía. Esta academia propone asuntos para la composición de buenos dramas, los juzga rigurosa e imparcialmente, premia a los ingenios que más sobresalen y finalmente perfecciona prácticamente y por principios científicos el arte de la declamación, ejercitándola los académicos por sí mismos en teatros privados.

¿Por qué no pudiera verificarse igual institución en muchas de nuestras ciudades, y principalmente en la corte? Fuera de la utilidad que produciría en cuanto a la reforma del teatro, de que hablaremos después, ¡cuán útil y honestamente no ocuparía a nuestros nobles! ¡Cuánto no mejoraría su educación en lo que pertenece a policía, esto es, en aquella parte en que suelen ser tan insuficientes, si no ya enteramente inútiles, las fórmulas de los pedagogos y preceptores! Estos ejercicios enseñarían a presentarse con despejo, a andar y moverse con compostura, a hablar y gesticular con decoro, a pronunciar con claridad y buena modulación y a dar a la expresión aquel tono de sentimientos y de verdad que es alma de la conversación, y tan necesario para agradar y persuadir como raro entre nosotros. Desde él pasarían naturalmente nuestros nobles a cultivar por sí mismos la buena poesía y, para ello, las Humanidades, y no sería imposible que andando el tiempo se convirtiesen estos cuerpos en unas verdaderas academias de buenas letras. ¡Qué ocupación más útil, más agradable, pudiera presentarse entonces a las personas nobles y ricas!

ir al índice

Máscaras

Tal vez de aquí se podría pasar sin inconveniente al restablecimiento de las máscaras, que así como fueron recibidas con gusto general, tampoco fueron abolidas sin general sentimiento. Aun parece que la opinión pública lucha por restaurarlas, pues que se repiten y toleran en algunas partes, y que fuera menos arriesgado arreglarlas, puesto que la autoridad puede hacer más cuando dispone que cuando disimula. Una docena de estos bailes, dados entre Navidad y Carnaval, rendirían un buen producto para sostener los espectáculos permanentes en las capitales, así como sucede en algunas de Italia y, señaladamente, en Turín. No se diga que las máscaras están prohibidas por nuestras antiguas leyes. Las máscaras y disfraces de que habla una de la Recopilación son de otra especie, y por tales lo están y estarán en todos tiempos y países. Puede haber ciertamente en esta diversión, como en todas, algunos excesos y peligros, pero ninguno inaccesible al desvelo de una prudente policía. Si aún se temieren, permítanse los honestos disfraces y prohíbase sólo cubrir el rostro.

Cuando haya vigilancia y amor público en los que autorizan estas fiestas, todo irá bien. La licencia y el desorden sólo pueden ser alentados por el descuido.

ir al índice

  Descripción del castillo de Bellver.

A cosa de media legua, y al oeste sudeste de la ciudad de Palma, se ve descollar el castillo de  Bellver, al cual nuestras desgracias pudieron dar alguna triste celebridad. Situado a medio tiro de cañón del mar, al norte de su orilla, y a muchos pies de altura sobre su nivel, señorea y adorna todo el país circunyacente. Su forma es circular, y su cortina o muro exterior la marca exactamente; sólo es interrumpida por tres albacaras o torreones, mochos y redondos, que desde el sólido del muro se avanzan, mirando al este, al sur y al oeste, y le sirven como de traveses. Entre ellos hay cuatro garitones, circulares también, y arrojados del parapeto superior, los tres abiertos, y al raso de su altura otro cubierto y elevado sobre ella. Iguales en diámetro y altura hasta el nivel de la plataforma, empiezan allí a disminuir y forman un cono truncado y apoyado sobre cuatro columnas, que resaltadas del muro, los reciben en su collarín, y bajan después a sumirse en el ancho vientre del talud. Escóndese éste en el foso, y sube a toda su altura, formando con el muro del castillo un ángulo de cuarenta y cinco grados, y girando en torno de él y de sus torres. El foso, que lo abraza todo, es ancho y profundísimo, y sigue también la línea circular, salvo donde los cubo o albacaras le obligan a desviarse y tomar la de su proyectura. En lo alto, y por fuera del foso, corre la explanada, con débiles parapetos, ancha y espaciosa, pero sin declives, y siguiendo siempre la forma y líneas que el foso le prescribe. [...] 

Mirando al norte y entre los dos puentes se levanta desde el fondo del foso, y aislada por él, la gran torre del homenaje, que venciendo la altura del castillo, descuella orgullosa más de cuarenta y cinco pies su plataforma. Es también circular, y su cima se ve ceñida en torno de treinta y ocho grandes modillones almohadillados, que naciendo del muro con tres pies de alto y dos y medio de proyectura superior, se avanzan en la forma de tornapuntas a recibir el antepecho, volado en la cumbre, y la coronan majestuosamente, mientras que los claros abiertos entre unos y otros sirven de ladroneras, y dejan espacio suficiente para los usos de la defensa. Este edificio aislado comunicaba en lo antiguo con la explanada por un puente levadizo, ya demolido; hoy sólo comunica con la plataforma por medio de otro puentecillo, firme ya, pero que fue y puede volver a ser levadizo, echado desde ella sobre dos altísimos arcos puenteados, que nacen y tienen su apoyo del uno al otro muro.

ir al índice

 

IR AL ÍNDICE GENERAL