ATROPELLADOS...
Atropellados, por la
pampa suelta,
los raudos potros, en febril disputa,
hacen silbar sobre la sorda ruta
los huracanes en su crin revuelta.
Atrás dejando la llanura
envuelta
en polvo, alargan la cerviz enjuta,
y a su carrera retumbante y bruta,
cimbran los pindos y la palma esbelta.
Ya cuando cruzan el
austral peñasco,
vibra un relincho por las altas rocas;
entonces paran el triunfante casco,
resoplan, roncos, ante
el sol violento,
y alzando en grupo las cabezas locas
oyen llegar el retrasado viento.
|