Jorge Teillier

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Sentados frente al fuego...

Despedida

Melusina

Botella al mar

 


Sentados frente al fuego que envejece
miro su rostro sin decir palabra.
Miro el jarro de greda donde aún queda vino,
miro nuestras sombras movidas por las llamas.
 
Ésta es la misma estación que descubrimos juntos,
a pesar de su rostro frente al fuego,
y de nuestras sombras movidas por las llamas.
Quizás si yo pudiera encontrar una palabra.

Ésta es la misma estación que descubrimos juntos:
aún cae una gotera, brilla el cerezo tras la lluvia.
Pero nuestras sombras movidas por las llamas
viven mas que nosotros.

Sí, ésta es la misma estación que descubrimos juntos:
_Yo llenaba esas manos de cerezas, esas
manos llenaban mi vaso de vino_.
Ella mira el fuego que envejece.

(De Ángeles y gorriones, 1956)

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Despedida

                                                                                      ...el caso no ofrece
                                                                                                                                                   ningún adorno para la diadema de las Musas.
                                                                                                                               Ezra Pound


Me despido de mi mano
que pudo mostrar el paso del rayo
o la quietud de las piedras
bajo las nieves de antaño.

Para que vuelvan a ser bosques y arenas
me despido del papel blanco y de la tinta azul
de donde surgían ríos perezosos,
cerdos en las calles, molinos vacíos.

Me despido de los amigos
en quienes más he confiado:
los conejos y las polillas,
las nubes harapientas del verano,
mi sombra que solía hablarme en voz baja.

Me despido de las virtudes y de las gracias del planeta:
los fracasados, las cajas de música,
los murciélagos que al atardecer se deshojan
de los bosques de casas de madera.

Me despido de los amigos silenciosos
a los que sólo les importa saber
dónde se puede beber algo de vino
y para los cuales todos los días
no son sino un pretexto
para entonar canciones pasadas de moda.

Me despido de una muchacha
que sin preguntarme si la amaba o no la amaba
camino conmigo y se acostó conmigo
cualquiera tarde de esas en que las calles se llenan
de humaredas de hojas quemándose en las acequias.
Me despido de una muchacha
cuya cara suelo ver en sueños
iluminada por la triste mirada de linternas
de trenes que parten bajo la lluvia.

Me despido de la memoria
y me despido de la nostalgia
_la sal y el agua
de mis días sin objeto_

y me despido de estos poemas:
palabras, palabras _un poco de aire
movido por los labios_ palabras
para ocultar quizás lo único verdadero:
que respiramos y dejamos de respirar.

(De El árbol de la memoria, 1961)

 

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Melusina

Infiel como el ala de los pájaros infieles
tú siempre serás mía:
los eucaliptus sangraban,
un caballo ciego fue a agonizar entre los rieles
porque no quería ver el fin de nuestro amor
mientras se marchitaban los dedales de oro

sembrados por un loco.
Tú siempre serás mía.
Infiel como el ala de los pájaros infieles.

(De Para un pueblo fantasma, 1978

 

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Botella al mar

Y tú quieres oír, tú quieres entender. Y yo
te digo: olvida lo que oyes, lees o escribes.
Lo que escribo no es para ti, ni para mí, ni
para los iniciados. Es para la niña que nadie
saca a bailar, es para los hermanos que
afrontan la borrachera y a quienes desdeñan
los que se creen santos, profetas o poderosos.

(De Cartas para reinas y otras primaveras, 1985)

 

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