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Gabriela de Cicco

Estoy harta d elas palabras...

Meditación en el umbral

Trato de sacar este panel...

Cuando nos miramos en el espejo...

Estoy harta de las palabras
que se astillan en mi lengua
antes de salir
Hastiada del silencio impuesto
por el miedo

Estoy cansada de la invisibilidad,
y aún así no quiero llamar la atención
ni pasar tan desapercibida

Quiero girar sobre tu grupa
y que seamos, como antes, ríos salvajes
Quisiera poder nombrar, otra vez,
las palabras a las que desnudé de sus pudores

No fui
la primera, soy simplemente
la heredera
de las que abrieron surcos
para la siembra fecunda

Harta se escribe con H de humanidad
con muda letra de horror y holocausto
Harta es una palabra que aprendí
con la desesperación de mi paciencia:
cuando la hora
de la fuga
se me hizo, corazón adentro,
pura resistencia.

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 Meditacion en el umbral

No, no es la solucion
tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoy
ni apurar el arsenico de Madame Bovary
ni aguardar en los paramos de Ávila la visita
del ángel con venablo
antes de liarse el manto a la cabeza
y comenzar a actuar.

Ni concluir las leyes geometricas, contando
las vigas de la celda de castigo
como lo hizo Sor Juana. No es la solucion
escribir, mientras llegan las visitas,
en la sala de estar de la familia Austen
ni encerrarse en el ático
de alguna residencia de la Nueva Inglaterra
y soñar, con la Biblia de los Dickinson,
debajo de una almohada de soltera.

Debe haber otro modo que no se llame Safo
ni Mesalina ni Maria Egipciaca
ni Magdalena ni Clemencia Isaura.
Otro modo de ser humano y libre.
Otro modo de ser.

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Trato de sacar este panel de metal
que corta mis nervios
y me mantiene paralizada

Intento ser sincera con mi primera
persona para después dar paso
a las historias de otros corazones

No puedo, si no es así, ponerme al frente
de aquello que queremos que cambie

Debo sonsacarme quién me violó
a mí primero, antes de volver
a hacerlo con cada mujer que no deja
de ser una cruel y vacía estadística
en los diarios

Quiero en mi intento quebrar unas barreras
que son la misma muerte
disfrazada tan sólo
para confundirme.

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Cuando nos miramos en el espejo
en vez de ver oímos
un sordo resquebrajarse
de la materia

Podía oler el pus de tus heridas
Cómo supuraba tu corazón
de vieja madre encarcelada
en la estrecha cárcel de cuidar
a toda la familia

Pude oír el caer, gota a gota,
de la sangre de mi amada
Sus ojos se cruzaron con los míos
en la fría quietud del azogue hecho trizas

Y pude palpar en mi piel
cómo se abría allí donde alguna vez
la habían acariciado
Donde alguien supo depositar
sin interés, algo de amor

Y volvimos los ojos desesperados
hacia el espejo, intentando
recuperar esas imágenes de cada mañana
y no pudimos. Ya no había

mañana en esta república.

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