Eugenio  García de Nora

índice

 Honda es la herida

Amor

Carmen de la riqueza

Adiós

La noche

HONDA ES LA HERIDA

 Honda es la herida del amor al verte

en mis ojos mortales reflejada;

pero la daga más apasionada

la hunde el recuerdo, España: poseerte

 es mirarte en el alma, hecha ya suerte

entrañada y total frente a la nada;

pues en ti está mi vida sustentada,

y en ti mi sangre ha de vencer la muerte.

 En el recuerdo y en el pensamiento

cumpliendo voy mi vida y tu memoria.

¡Roca inmortal, límite al mar y al viento:

 hecha mi sangre verbo de tu gloria,

arrástreme tu cauce violento

hasta fundir mi sino con tu Historia!

PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS RELACIONADOS CON EXILIADOS

ir al índice

AMOR

  Para ti sola mis canciones

llegan andando por el aire,

a sentarse junto a tus ojos,

y a decirte lo que no saben.

 Para ti sola esta tristeza

de ramo verde y desgajado

que traigo en la tarde de oro,

y que te pongo entre las manos.

 Para ti sola, cuando sueño,

voy en el alto plenilunio,

con guitarra y túnica roja

a apuñalar los negros muros.

 Para ti sola estoy cavando

el palacio que dure más.

Al acabar lo dejaré vacío,

porque tú y yo estaremos bajo el mar.

ir al índice

 

       CARMEN DE LA RIQUEZA

 Yo, muchacho aldeano, regresando

por mis años de fresca, verde senda,

traigo, para tu tiempo, la alegría

de aquella inagotable primavera.

 Para tu boca traigo la caricia

de tantas flores de color que sueña;

para tus ojos en los que oscurece,

la estrella de la tarde triste y bella.

 Traigo la voz del agua que ha pasado

en el silencio tibio de la hierba;

te traigo el cielo, corazón sonoro

con álamos de música y ribera.

 Abre tu alma. Mira el valle inmenso.

Nos ha correspondido esta riqueza.

Es todo tuyo. El borde de la dicha

va más allá del tiempo y de la tierra.

ir al índice

Adiós

¿Recuerdas? Era así. Césped de alfombra
florecía en colores dulcemente,
y en la vibrante y tibia y clara sombra
era verdad tu cuerpo adolescente.
Dorados, rosas, blancos, tus vestidos:
gaviotas de aquel cielo, extenuadas
por adioses inmensos, sólo oídos
en mis remotas playas deslumbradas.
¡Adiós, amor! Tu fuego ya en mi pecho.
¿Dónde el mundo y su forma, luz gozosa?
¡Huye, cintura breve, astro deshecho,
opaca ya en tu piel la luz hermosa!
Nada quedaba, boca. Así fui hecho
a la furia: besar un ascua rosa.
 

ir al índice

La noche
Comprobándome estoy cómo es herida
ya, toda nuestra carne. Y que consiste
el alma en el dolor. Y el tiempo existe
para alejar la libertad perdida.
Porque al pensar las cosas de la ida,
la fe en derrota, el entusiasmo triste,
la virtud muerta... el corazón resiste
apenas, ay ¡a penas! la embestida.
Cuando me paro a contemplar el mundo;
cuando sin verlo dejo arder mi fuego,
¡qué amargo siento el corazón profundo!
¡Y ni un dios breve, ni un destino ciego
podrán salvarte!... ¡Trágico errabundo!
¡Tanto penar para morirnos luego!

ir al índice

 

IR AL ÍNDICE GENERAL