Enrique Morón

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Oda a la circunferencia

Oda al número cero

Oda al número dos

Presencia

ODA A LA CIRCUNFERENCIA

 

Se quebraron los bordes del polígono

y se hicieron flexibles las aristas.

La mañana es redonda y en sus curvas

hay labios circulares y sonrisas.

 

¡Oh, los giros del monte, los recodos

de las aguas plurales, cristalinas!

¡Oh, las aves que vuelan y consiguen

amenizar silentes geometrías!

 

¡Contornos de mujer. Pechos que buscan

el hueco justo y frágil de la brisa!

¡Caderas de metal, muslos guijarros,

oscuros ojos y mejillas nítidas!

 

Todo gira, se mece, se transforma,

su vuelve luz en la fragancia tibia

de la rosa de abril que se abre y vive,

porque vivir es causa curvilínea.

 

Como un coso de fiestas y clamores

quedó en la luz la curva concebida:

metamorfosis de la línea recta;

principio y fin de cuerpos y de aristas.

 

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ODA AL NÚMERO CERO

 

Redonda negación, la nada existe

encerrada en tu círculo profundo

y ruedas derrotado por el mundo

que te dio la verdad que no quisiste.

 

Como una luna llena es tu figura

grabada en el papel a tinta y sueño.

Dueño de ti te niegas a ser dueño

de toda la extensión de la blancura.

 

Tu corazón inmóvil y vacío

ha perdido la sangre que no tuvo.

Es inútil segar donde no hubo

más que un cuerpo en el cuerpo sin baldío.

 

Redonda negación, redonda esencia

que no ha podido ser ni ha pretendido.

Sólo la nada sueña no haber sido

porque no ser es ser en tu existencia.

 

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ODA AL NÚMERO DOS

 

Siempre infantil caminas por las cifras

enseñando tu cola puntiaguda,

y tu panza de niño adolescente

por donde se resbala la ternura.

 

Eres, al fin, el único juguete

que traza el usurero con su pluma.

Cisne de los papeles escolares!

¡Príncipe y equilibrio de las curvas!

 

Cuando tu nombre se abre entre mis labios

apenas si se mueve tu figura;

en el aire nadando te me alejas

por un mundo de hierro y de penumbra.

 

¿Qué vas a hacer cuando el dolor te lleve

por las altas ventanas de las sumas?

¿Qué vas a hacer cuando los ases vengan

a oscurecer tu blanca dentadura?

 

Vuelve a mis labios niños, quiero hacerte

corazón infantil de flor y fruta.

Vuela de los papeles a los prados,

donde crecen los soles y las lunas.

 

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PRESENCIA

  

Cerca de mí tus ojos,

tu cintura de mimbre,

tu valor de quererme

y tu frágil anhelo

de brisas venideras.

 

Rotunda estás y eres

para mis labios curvos.

 

Cerca de mí tus venas

cantando como pájaros.

 

¡Qué delicada fuerza

me das cuando suspiras!

 

¡Qué multitud de naves

se alejan por tu frente

cuando en el aire piensas

melancólica y cierta!

 

¡Oh, tus pechos de novia,

circulares y prietos

como un canto campestre!

 

Cerca de mí pareces

un horizonte verde,

una esperanza tibia,

un dolor apagado.

 

Vienes y vas y vienes

para ser siempre nueva

realidad de la tarde

enervada en mis labios.

 

Vienes y vas y eres

la brisa que despierta

mi estambre. y mi silencio

cálido. Y mi sonrisa.

 

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