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Efrén Rebolledo

La tentación de San Antonio

Los besos

Posesión

El beso de Safo

Ante el ara

La tentación de San Antonio

Es en vano que more en el desierto
el demacrado y hosco cenobita,
porque no se ha calmado la infinita
ansia de amar ni el apetito ha muerto.
Del oscuro capuz surge un incierto
perfil que tiene albor de margarita,
una boca encarnada y exquisita,
una crencha olorosa como un huerto.
Ante la aparición blanca y risueña,
se estremece su carne con ardores
febriles bajo el sayo de estameña,
y piensa con el alma dolorida,
que en lugar de un edén de aves y flores,
es un inmenso páramo la vida.

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Los besos

Dame tus manos puras; una gema
pondrá en cada falange transparente
mi labio tembloroso, y en tu frente
cincelará una fúlgida diadema.
Tus ojos soñadores, donde trema
la ilusión, besaré amorosamente,
y con tu boca rimará mi ardiente
boca un anacreóntico poema.
Y en tu cuello escondido entre las gasas
encenderé un collar, que con sus brasas
queme tus hombros tibios y morenos,
y cuando al desvestirse lo desates
caiga como una lluvia de granates
calcinando los lirios de tus senos.

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Posesión

Se nublaron los cielos de tus ojos,
y como una paloma agonizante,
abatiste en mi pecho tu semblante
que tiñó el rosicler de los sonrojos.
Jardín de nardos y de mirtos rojos
era tu seno mórbido y fragante,
y al sucumbir, abriste palpitante
las puertas de marfil de tus hinojos.
Me diste generosa tus ardientes
labios, tu aguda lengua que cual fino
dardo vibraba en medio de tus dientes.
Y dócil, mustia, como débil hoja
que gime cuando pasa el torbellino,
gemiste de delicia y de congoja.

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El beso de Safo

 

Más pulidos que el mármol transparente,

más blancos que los blancos vellocinos,

se anudan los dos cuerpos femeninos

 en un grupo escultórico y ardiente.

 Ancas de cebra, escorzos de serpiente,

 combas rotundas, senos colombinos,

una lumbre de labios purpurinos,

 y las dos cabelleras un torrente.

 En el vivo combate, los pezones

que se embisten, parecen dos pitones

trabados en eróticas pendencias,

 y en medio de los muslos enlazados,

dos rosas de capullos inviolados

destilan y confunden sus esencias.

 

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Ante el ara

 Te brindas voluptuosa e imprudente,

y se antoja tu cuerpo soberano

intacta nieve de crespón lejano,

nítida perla de sedoso oriente.

 Ebúrneos brazos, nuca transparente,

aromático busto beso ufano,

y de tu breve y satinada mano

escurren las caricias lentamente.

 Tu seno se hincha como láctea ola,

el albo armiño de mullida estola

no iguala de tus muslos la blancura,

 mientras tu vientre al que mi beso inclino,

es un vergel de lóbrega espesura,

un edén en un páramo de lino.

 

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