FRAY DAMIÁN CORNEJO

Esta mañana, en Dios y enhorabuena...

Décima a una dama fácil

El paréntesis

A San Francisco

 

Esta mañana, en Dios y enhorabuena
salí de casa y víneme al mercado;
vi un ojo negro al parecer rasgado,
blanca la frente y rubia la melena.

Llegué y le dije: "Gloria de mi pena,
muerto me tiene vivo tu cuidado.
Vuélveme el alma, pues me la has robado
con ese encanto de áspid o sirena".


Pasó, pasé, miró, miré, vio, vila;
dio muestras de querer, hice otro tanto;
guiñó, guiñé, tosió, tosí, seguila;


fuese a su casa, y sin quitarse el manto,
alzó, llegué, toqué, besé, cubrila,
dejé el dinero y fuime como un santo.

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Décima a una dama fácil.

Tu arroz, Marica, me enfada,

porque en él por varios modos

llegan libremente todos

a meter su cucharada,

y es cosa para admirada

que aquel que a gustarle llega

salga mal de la refriega,

porque tu arroz (bien mirado),

deviera por bien meneado

no saber tanto a la pega.

 

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El paréntesis

Lo menos bello y más apetecido,
lo más oculto y menos ignorado,
aquello a que el deseo aspira osado
e invisible es gozándolo el sentido:

aquel coral, aquel rubí partido,
aquel no sé qué hermoso imaginado,
aquello que, a la fuerza contrastado,
a sangre rompe el gusto más rendido:

por lo que muere el hombre y nace el hombre;
lo que trueca las ansias en placeres
por quien pierde la fama su renombre;

que imitando a la Luna, si lo infieres
tienes meses y días sin que asombre,
el paréntesis es de las mujeres.

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A San Françisco.
De Françisco por menor
escribir la ystoria yntento,
ziego soi, mas no es herror
meterme oy a ystoriador,
saviendo escribir a tiento.
Hijo fue de un mercader,
que pudo bien sin lisonja
mucho en el mundo baler
pues tubo para comer
todos los días la lonja.
Al cielo levantó el buelo,
y de mercader la cara
fuerte dejó el reçelo,
porque ai mercader que al zielo
no llega con una bara.
Ninguno llega a hadmirarse
de ber con Fran[cis]co miedo,
que no es mui fácil salbarse,
y un mercader condenarse
lo save haçer con un dedo.
En fin, de la tropelía
del mundo en su hedad más tierna
tanto el santo se reya,
que de risa quedó un día
descalço de pie y de pierna.
y quieres meterte a dama.
Mucho aborrezió el dinero
que es donde el bicio se enbosca,
y en descanso berdadero
vibió, porque fue el primero
a quien no picó la mosca.
De embidia Luzbel mobido,
trampas ponía a sus huellas,
y a mí me tiene aturdido
que fuese tan entendido
y que no cayese en ellas.
Entró de dama, diçiendo
que sentía sus desdenes,
mas él la dijo riyendo:
oyes, ángel, ya te entiendo,
aunque tantas uñas tienes.
No me quiebres la caveça,
que aunque más hagas la cama
al delito y la torpeça,
heres sólo oculta pieça,
Junto a una zarça bio
al diablo, y dél sobornado,
a deçirle se arrojó:
vaia al ymfierno, que yo
me quedo aquí zarzeando.
Fue su vida esclareçida
para asombro del profundo,
y lo que hiço en este mundo
no lo fue (es cosa savida)
a pagar al otro mundo.

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