Surca la esfera en sosegado coche luna de Mayo con gentil bochorno, y vestida la selva en nuevo adorno despierta a los misterios de la noche. Galán burlando el cándido reproche de las tímidas flores en contorno, lascivo ambiente su corola en torno de aljófar prende con menudo broche. Y de las aves canta en el gorjeo. y de las aguas gime en el murmullo, y de las hojas vibra en el meneo. Sultán del valle, que con fuero orgullo lleva la posesión tras el deseo, sin perdonar aroma ni capullo. |
La sien latiendo, turbia la mirada, teñido el rostro de rubor sangriento, la espléndida melena suelta al viento la vestidura al seno desgarrada. Ella me ciñe en lúbrica lazada, trémulo el cuerpo, el labio macilento, con honda sed bebiéndome el aliento, en su boca mi boca aprisionada. ¡Oh, visión que mis sueños envenenas, y en lava del volcán hinchas mis venas! ¿quién eres, di, mujer, deidad o arpía? Soy la Opinión, tu esclava y tu tirana, hoy transida de amor tu barragana, ayer, tu dama infiel con befa impía.
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Preludia un ciego en ética guitarra, mientras le lleva cascarriento perro, plebeyos tonos en el alto cerro do los ochavos del lugar amarra. En tanto su mujer la herida embarra que al dócil animal hizo el cencerro ludiendo, con la tira de becerro mal curtida en los riscos de Navarra. No lejos de los tres, gruñendo un guarro desgarra de su panza un ancho escirro, que vierte podredumbre en largo chorro. ¡Mugre y ceguera, esclavitud y barro! Esta es la dicha desde Darío a Pirro, esta es la dicha desde el tigre al zorro. |