Antonio de los Ríos Rosas

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El ambiente de la noche

La Opinión

A la felicidad

 EL AMBIENTE DE LA NOCHE

Surca la esfera en sosegado coche

luna de Mayo con gentil bochorno,

y vestida la selva en nuevo adorno

despierta a los misterios de la noche.

Galán burlando el cándido reproche

de las tímidas flores en contorno,

lascivo ambiente su corola en torno

de aljófar prende con menudo broche.

Y de las aves canta en el gorjeo.

y de las aguas gime en el murmullo,

y de las hojas vibra en el meneo.

Sultán del valle, que con fuero orgullo

lleva la posesión tras el deseo,

sin perdonar aroma ni capullo.

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LA OPINIÓN

La sien latiendo, turbia la mirada,

teñido el rostro de rubor sangriento,

la espléndida melena suelta al viento

la vestidura al seno desgarrada.

Ella me ciñe en lúbrica lazada,

trémulo el cuerpo, el labio macilento,

con honda sed bebiéndome el aliento,

en su boca mi boca aprisionada.

¡Oh, visión que mis sueños envenenas,

y en lava del volcán hinchas mis venas!

¿quién eres, di, mujer, deidad o arpía?

Soy la Opinión, tu esclava y tu tirana,

hoy transida de amor tu barragana,

ayer, tu dama infiel con befa impía.

 

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A LA FELICIDAD

Preludia un ciego en ética guitarra,

mientras le lleva cascarriento perro,

plebeyos tonos en el alto cerro

do los ochavos del lugar amarra.

En tanto su mujer la herida embarra

que al dócil animal hizo el cencerro

ludiendo, con la tira de becerro

mal curtida en los riscos de Navarra.

No lejos de los tres, gruñendo un guarro

desgarra de su panza un ancho escirro,

que vierte podredumbre en largo chorro.

¡Mugre y ceguera, esclavitud y barro!

Esta es la dicha desde Darío a Pirro,

esta es la dicha desde el tigre al zorro.

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