ANTONIO MURCIANO

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Balada de la adelfa

Canción donde el poeta intenta hacer el retrato de su esposa...

Del verdadero amor

La amada

Balada de la adelfa

NO me esperes
_te dije_
junto a la adelfa,
que la adelfa es amarga
y eres doncella.

                (La tarde era de verde
                  como fruta que empieza.)

Espérame
_te dije_
allí donde no sea
turbia la luz, ni el aire,
ni el agua de la acequia.

                 (La tarde era naranja
                   como una fruta nueva.)

Pero tú me esperaste
_muchacha_
donde era
amarga la dulzura
de tu boca entreabierta.

                  (La tarde era amarilla
                    como una fruta seca.)

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 Canción donde el poeta intenta hacer el retrato de la esposa

Un hermoso cabello
que con mi mano aliso;

frente tras la que pienso,
mirada en que me miro;

boca de la que bebo
agua de gozos íntimos;

oído para el requiebro,
cuello hacia donde giro;

hombro sobre el que sueño
pecho con mi latido;

brazo en el que me enredo,
mano con que acaricio;

vientre donde me siembro
y renuevo y revivo;

urna de mi universo
manantial de mí mismo;

pierna en que me sostengo,
pie para mi camino
.

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Del verdadero amor

Hoy traspasé el umbral de mi ventura.
Estabas toda tú desnuda, digo
vestida de candor.
                             _Ven. Te esperaba.
Hoy la mañana proclamó tu nombre
y de dorada, se me fue poniendo
del color verdemar, claro y antiguo,
de tus ojos abiertos.
Y me miré en tus ojos
_¡qué claridad de viña al mediodía!_
y te besé los ojos
y me mojé los labios
del agua rosa-niña de los tuyos.
Nunca pude entender que amarse fuera
quedarse quieto al borde de unos ojos,
asomarse a otra vida y contemplarse
vivido desde lo hondo y para siempre.
Las dobles caracolas de mi oído
guardaron el eco de tu mar, ¡qué dicha
tener conmigo tu reír, tu canto,
tu palabra de amor, claro murmullo!
Toda la casa olía a tu perfume.
Tus dos manos palomas por mi vida.
Mi dolor, mi alegría, todo en orden.
Ser sólo corazón es lo que importan.

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La amada

Aquí, bajo mi frente poseída,
bajo el mar de mis ojos, naufragada,
bajo mi boca cálida, abrazada,
aquí, bajo mi pecho, estremecida;

aquí te quiero, vida sobre vida,
suspiro y risa y fuego y sed calmada,
aquí, entre mis dos brazos, abrazada,
con tu cintura en flor, aquí, ceñida.

Aquí te me destrenzas, te me llegas.
Y ahora que ya eres mía y puedo y quieres
te me proclamas casta y te me entregas.

Aquí te me destruyes, te me hieres,
te bebes mi vivir, te me doblegas
_tibia carne de amor_ y te me mueres.

 

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