Dámaso ALonso

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Insomnio

Oración por la belleza de una muchacha

Monstruos

Amor

Gabriela Mistral

Los contadores de estrellas

Sobre la libertad humana

.INSOMNIO

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres

(según las últimas estadísticas).

A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este

nicho en el que hace 45 años que me pudro,

y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros,

o fluir blandamente la luz de la luna.

Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando

como un perro enfurecido, fluyendo como la leche

de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.

Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se

pudre lentamente mi alma,

por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,

por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.

Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?

¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,

las tristes azucenas letales de tus noches? (Hijos de la ira, 1944)

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ORACIÓN POR LA BELLEZA DE UNA MUCHACHA

Tú le diste esa ardiente simetría

de los labios, con brasa de tu hondura,

y en dos enormes cauces de negrura,

simas de infinitud, luz de tu día;

esos bultos de nieve, que bullía

al soliviar del lino la tersura,

y, prodigios de exacta arquitectura,

dos columnas que cantan tu armonía.

Ay, tú, Señor, le diste esa ladera

que en un álabe dulce se derrama,

miel secreta en el humo entredorado.

¿A qué tu poderosa mano espera?

Mortal belleza eternidad reclama.

¡Dale la eternidad que le has negado!

Poemas escogidos (1969)

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 MONSTRUOS
Todos los días rezo esta oración
al levantarme:
Oh Dios,
no me atormentes más.
Dime qué significan
estos espantos que me rodean.
Cercado estoy de monstruos
que mudamente me preguntan,
igual, igual que yo les interrogo a ellos.
Que tal vez te preguntan,
lo mismo que yo en vano perturbo
el silencio de tu invariable noche
con mi desgarradora interrogación.
Bajo la penumbra de las estrellas
y bajo la terrible tiniebla de la luz solar,
me acechan ojos enemigos,
formas grotescas me vigilan,
colores hirientes lazos me están tendiendo:
¡son monstruos,
estoy cercado de monstruos!
No me devoran.
Devoran mi reposo anhelado,
me hacen ser una angustia que se desarrolla a
sí misma,
me hacen hombre,
monstruo entre monstruos.
No, ninguno tan horrible
como este Dámaso frenético,
como este amarillo ciempiés que hacia ti clama con
todos sus tentáculos enloquecidos,
como esta bestia inmediata
transfundida en una angustia fluyente;
no, ninguno tan monstruoso
como esta alimaña que brama hacia ti,
como esta desgarrada incógnita
que ahora te increpa con gemidos articulados,
que ahora te dice:
”Oh Dios,
no me atormentes más,
dime qué significan
estos monstruos que me rodean

y este espanto íntimo que hacia ti gime en la noche.”
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AMOR

¡Primavera feroz! Va mi ternura
por las más hondas venas derramada,
fresco hontanar, y furia desvelada,
que a extenuante pasmo se apresura.
¡Oh qué acezar, qué hervir, oh, qué premura
de hallar, en la colina clausurada,
la llaga roja de la cueva helada,
y su cura más dulce, en la locura!
¡Monstruo fugaz, espanto de mi vida,
rayo sin luz, oh tú, mi primavera,
mi alimaña feroz, mi arcángel fuerte!
¿Hacia qué hondón sombrío me convida,
desplegada y astral, tu cabellera?
¡Amor. amor, principio de la muerte!

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GABRIELA MISTRAL

 1957

  Maestrita de un pueblo dormido,

y el amor como un ocre jaguar...

Andes blancos, un valle con luna:

Gabriela Mistral.

 Yo no sé si era llanto...: de llanto,

congoja de un mundo que rompe en raudal

-o de risa de un niño que aprende la risa-

Gabriela Mistral.

 Yo no sé si era sangre...: de sangre

con vaho de pantano y amargos de sal

-o de azul en que un día se funde la nieve-

Gabriela Mistral.

 Yo no sé si era arena... de arena

que araña las tumbas, con el huracán

-o de oreo de valle, la tarde más dulce-

Gabriela Mistral.

Yo no sé si era sombra...: de sombra

que cuaja las almas que a un vacío van

-o de suave luz tibia, entre niebla dorada-

Gabriela Mistral.

 Maestrita de un pueblo dormido,

y el amor, amarillo jaguar...

Dios te hirió, porque quiso tu canto,

Gabriela Mistral.

 Riberas de Chile, oh mujer, tierna roca,

Dios te hería, te hería, como un hosco mar.

Rezumabas de amor y de pena... Eso es todo.

Y nosotros te amamos,

Gabriela Mistral

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LOS CONTADORES DE ESTRELLAS


Yo estoy cansado.

Miro esta ciudad
_una ciudad cualquiera_
donde ha veinte años vivo.
Todo está igual.

Un niño
inútilmente cuenta las estrellas
en el balcón vecino.
Yo me pongo también...

Pero él va más deprisa: 
no consigo alcanzarle:
Una, dos, tres, cuatro, cinco...
No consigo alcanzarle.
Una, dos ...
Tres...
cuatro...
cinco...

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SOBRE LA LIBERTAD HUMANA

I

CREACION DELEGADA

Qué maravilla, libertad. Soy dueño

de mi albedrío. Me forjo (y forjo), obrando.

Yo me esculpo, hombre libre. Pero, ando,

hablo, callo, me río, pongo ceño,

yo, Dámaso, cual Dámaso. Pequeño

agente, yo, del Dios enorme, cuando

pienso, obro, río, Creación creando

le prolongo a mi Dios su fértil sueño.

Dios me sopla en la piel la vaharada

creadora. Padre, madre, sonriente,

se mira (¡Vamos! ¡Ea!) en mis pinitos.

Niño de Dios, Creación plasmo de nada,

yo, punto libre, voluntad crujiente,

entre atónitos orbes infinitos.

 

II

INCONTRASTABLE, DIVINA

 

Qué hermosa eres, libertad. No hay nada

que te contraste. ¿Qué? Dadme tormento.

Más brilla y en más puro firmamento

libertad en tormento acrisolada.

?Qué no grite? ¿Mordaza hay preparada?

Venid: amordazad mi pensamiento.

Grito no es vibración de ondas al viento:

grito es conciencia de hombre sublevada.

Qué hermosa eres, libertad. Dios mismo

te vio lucir, ante el primer abismo,

sobre su pecho, solitaria estrella.

Una chispita del volcán ardiente

tomó en su mano. Y te prendió en mi frente,

libre llama de Dios, libertad bella.

 

III

ARREPENTIMIENTO

 

¿Qué has hecho tú? ¡Dámaso, bruto bruto!

Del mundo, libertad centro te hacía.

Tiempo de Dios, en libertad crecía.

La flor, en rama, libre se iba a fruto.

¿Qué hiciste, adolescente chivo hirsuto,

luego chacal, pantera de tu hombría,

hoy mico viejo, ya, tú, inarmonía

del orbe en Dios, Dámaso bruto, bruto?

¡Alas de libertad! Aire sereno

el orden era en torno. Y yo gritaba:

"¡Libre Dámaso-Dios!" Dámaso impío:

aire de Dios rasgó mi desenfreno,

que osé la libertad que Dios me daba,

látigo contra Dios alzar, ¡Dios mío!

 

IV

VIDA-LIBERTAD

 

Libertad, ¿qué eres tú? ¿Gozo? ¿Alborozo?

¿Primavera? ¿Pero es la primavera

un nadar de oros ágiles? ¿Ribera

tiene el gozo? No, entonces no es el gozo.

Alondras por el alma, sobre un trozo

de azul, volando, ¿es libertad? ¿O era,

en mi ensueño, la nieve, así, cimera,

o, en mi savia, el abril de un mundo mozo?

Ay, yo no sé lo que eres, mi albedrío...

¿Alegría de Dios, que a mí refluyes?

¿Aroma del vivir, que me embriagabas?

Sólo sé, libertad, que allá en lo umbrío

siento el pulso de Dios; y por mi fluyes,

libre anhelar que en tiempo te propagas.

 

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