poesía 
andalusí

 

Jarchas

Castidad

El luto de AL Andaluz

Desde que oí su voz

Cuántas noches contigo

Cuando el manto de la noche

Con su gracia y sus hechizos

Danos ventura mostrándote

La bella de los lunares

El río de la miel

Comienzo de la Qasida de las estrellas

Wallada la Omeya

 

Fiesta en el jardín

Cuanto sube hasta la cima

Dejad de prender fuego...

Casi no puedo aguardar

Cuántas noches pasé allí

Carta

En verdad debo toda mi alegría

Escucha y atiende mis palabras

Con suspiros y abrazos...

Ella ha puesto faltas a mi caligrafía 

JARCHAS
 

Decidme:
¿cuándo mi señor, oh amigos,
querrá, por Dios,
darme su medicina?

* * *
Carita bella, buena: dime de dónde vienes,
ya te dejo que ames a otra,
(si) a mí también me quieres.

*   *   *

 Como si fueses hijito ajeno
ya no te duermes más en mi seno

 * * *

 ¡No me muerdas, amigo! ¡No,
 no quiero al que hace lastima!
 El corpiño [es] frágil. ¡Basta!
  Me niego a todo.

 * * *

 Mi corazón se me va de mí,
 oh Señor, ¿acaso a mí tornará?
¡Cuán fuerte es mi dolor por el amado!
 Enfermo está ¿cuándo sanará?

(Muqaddam Ben Muafá Al-qabrí)

 

 

De tanto amar, de tanto amar,
 amigo, de tanto amar,
 enfermaron unos ojos antes alegres,
y que ahora duelen tan mal.

 * * *

 ¡Ven, oh hechicero!
 Un alba que tiene tan hermoso fulgor,
cuando viene pide amor

 * * *

 Busca darme gusto.

No hay que adelantarse.

Ir despacio es regla

 que debe guardarse

* * *

Desque mi Cidello viene,
cual  rayo de sol   despuntara,
¡oh,  dichosas  albricias!
en Guadalajara.

(Judá Leví)

 

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CASTIDAD

Aunque estaba pronta a entregarse, me abstuve de ella,
y no obedecí la tentación que me ofrecía Satán.
Apareció sin velo en la noche, y las tinieblas nocturnas,
iluminadas por su rostro, también levantaron aquella vez sus velos.

No había mirada suya en la que no hubiera incentivos
que revolucionaban los corazones.

Mas di fuerzas al precepto divino que condena
la lujuria sobre las arrancadas caprichosas del corcel
de mi pasión, para que mi instinto no se rebelase
contra la castidad.

Y así, pasé con ella la noche como el pequeño camello sediento
al que el bozal impide mamar.

Tal, un vergel, donde para uno como yo no hay
otro provecho que el ver y el oler.

Que no soy yo como las bestias abandonadas
que toman los jardines como pasto.

( Ben Farrach)

 

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EL LUTO EN Al-ANDALUS

Si es el blanco

el color de los vestidos
en al-Andalus,

cosa justa es.

¿No me ves a mí,

que me he vestido

con el blanco de las canas,

porque estoy de luto

por la juventud?

(Abu-l-Hasan Al-Husri,"el Ciego" )

 

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Desde que su voz oí,

paz y juicio perdí;

y su dulce cantinela

me dejó tan sólo pena

y ansiedad en pos de sí.

Jamás a verla llegué.

Y en ella pensando vivo;

de su voz me enamoré,

y mi corazón cautivo

por su cantar le dejé.

Quien por ti, Yuyana, llora,

tu nombre, escrito en el seno,

pronuncia, y piedad implora,

Cual un monje nazareno

de aquella imagen que adora.

 (Said Ibn Yudi )

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Cuántas noches contigo, deliciosas,

vino en el mismo cáliz yo bebía,

y nuestro hablar suave parecía

el susurro del céfiro en las rosas.

Perfume dulce el cáliz exhalaba;

pero más nuestros juegos; más las flores

que de tu seno y ojos seductores

y de tus frescos labios yo robaba.

Sueño, embriaguez, un lánguido quebranto

rindió tu cuerpo hermoso,

que entre mis brazos a posarse vino;

pero la sed, en tanto,

apagar quiso el corazón ansioso,

de tu boca en el centro purpurino,

fue entonces limpia y rutilante espada

y fue bruñido acero tu figura,

al desnudar la rica vestidura

tan primorosamente recamada.

Y yo estreché con lazo cariñoso

tu esbelto talle y delicado seno,

y besé tu sereno

rostro, que sol hermoso

para mi bien lucía,

dando ser a mi alma y alegría.

Toqué con ambas manos

toda la perfección de tu hermosura,

anchas caderas y cintura breve,

y dos alcores cándidos, lozanos,

que separa de un valle la angostura

y que están hechos de carmín y nieve.

(Ibn Jafaya)

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Cuando el manto de la noche

se extiende sobre la tierra,

del más oloroso vino

brindo una copa a mi bella.

Como talabarte cae

sobre mí su cabellera,

y como el guerrero toma

la limpia espada en la diestra,

enlazo yo su garganta,

que a la del cisne asemeja.

Pero al ver que ya reclina,

fatigada, la cabeza,

suavemente separo

el brazo con que me estrecha,

y pongo sobre mi pecho

su sien, para que allí duerma.

¡Ay! el corazón dichoso

me late con mucha fuerza.

¡Cuán intranquila almohada!

No podrá dormir en ella.

( Ibn Baqi)

 

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Con su gracia y sus hechizos

enciende en mi corazón

una vehemente pasión

la niña de negros rizos.

No da sombra a su mejilla,

sobre los claveles rojos,

el cabello, porque brilla

cual sus negrísimos ojos

( Ibn Saraf)

 

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Danos ventura, mostrándote,

¡oh luna de las mujeres!

¿Habrá más dulce ventura

que la ventura de verte?

Todos dicen a una voz,

donde quiera que apareces:

¡Ya ilumina nuestra noche

la luna resplandeciente!

Pero yo al punto replico

que la luna sólo tiene

una noche luz cumplida,

y tú la difundes siempre,

por Alá juro, señora,

que hasta el sol, cuando amanece,

no sale a dar luz al mundo

mientras tú no se lo ordenes;

porque ¿cómo podrá el sol

teñir de grana el Oriente,

sin que tus frescas mejillas

vivo rosicler le presten?

(Abd Allah Ibn Abd al-Aziz)

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La bella de los lunares
Era tan blanca, que la juzgarías una perla que se fundía,
 
o estaba a punto de fundirse, con sólo nombrarla.
  Pero tenía las dos mejillas _blancas como el alcanfor_ puntuadas
de almizcle. ¡Encerraba toda la beldad y aun algo más!
  Una vez que sus lunares se hubieron metido en mi corazón
 
tan  hondo como yo me sé, le dije:
    "¿Es que toda esa blancura representa todos
 tus  favores y esos puntos negros algunos de tus desdenes?"
    Me contestó: "Mi padre es escribano de los reyes,
y, cuando me he acercado a él para demostrarle mi amor filial,
    temió que descubriese el secreto de lo que escribía,
y sacudió la pluma, rociándome el rostro de tinta.
(Ahmad Ben Ayyun)

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El río de la miel
D
etente junto al río de la Miel,

 párate y pregunta
por una noche que pasé

 allí hasta el alba,

 a despecho de los censores,
bebiendo el delicioso vino de la boca

o deshojando la rosa del pudor.
Nos abrazamos como se abrazan

los ramos encima del arroyo.
Había copas de vino fresco

 y nos servía de copero el aquilón.
Las flores, sin fuego ni pebetero,

nos brindaban el aroma del áloe.
Los reflejos de las candelas

eran como puntas de lanzas
      sobre loriga del río.
Así pasamos la noche

 hasta que nos hizo separarnos

 el frío de las joyas.
Y nada excitó mi melancolía

 más que el canto del ruiseñor.
(Ben Abi Ruh)

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Comienzo de la "qasida de las estrellas"
    ¡Qué bella aquella noche!

Desde que nos envió de prisa a su mensajero,
la pasamos contemplando a los Gemelos

 del Zodíaco en sus orejas, como pendientes.
    Y la pasó también con nosotros un copero

 que se rebelaba contra la oscuridad

con su rostro, candela de aurora,

 a la que no hay que despabilar

y que no se apaga.
    Había en su voz un dejo nasal

 como el runrún de la gacela;

era fragante;

la molicie hacía ligero su talle,

mientras el licor hacía pesados

 sus párpados,

de abundantes pestañas.
    El temblor del vino no le dejó mano,

ni la vejación del curvarse

cintura para llenar los vasos,
    Diríase que sus caderas

eran un montón de arena

sobre el que se cimbreaba

 la caña del talle:

¿Es que no conocéis la caña

y el montón de arena?
    Nuestros lechos sirvieron de vestido

 para nuestro vino y, para cubrirnos,
la tiniebla rasgó sábanas de su piel.
    De corazón a corazón se acercaba el amor;

de labio a labio volaba el beso.
    Mas, por tu vida, despierta de nuevo

al vaso y a los párpados del copero;
que de nuevo está despierto el porrón

después de lo que dormitó.
    La tiniebla ha comenzado

a desanudar sus trabas,

y el ejército de la noche
se apresta y se alinea

para dar la batalla a la aurora.
    Los luceros huyen

para dejar paso a las Pléyades,

 que son como sortijas
que brillan en los dedos

de una mano escondida.
(Ben Hani)

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Wallada la Omeya

 

POEMA QUE HIZO BORDAR EN SU VESTIDO

Yo ¡por Dios! merezco la grandeza
y sigo orgullosa mi camino.
Doy gustosa mi mejilla a mi enamorado
y doy mis besos a quien los quiera.

* * *

POEMA  A IBN ZAYDUN, REPROCHÁNDOLE

SU DESVÍO Y SU INCLINACIÓN

POR UNA ESCLAVA NEGRA

 

Si hubieses sido justo en el amor que hay entre nosotros,
no amarías, ni hubieses preferido, a una esclava mía.
Has dejado la rama que fructifica en belleza
y has escogido rama que no da frutos.
Sabes que soy la luna de los cielos,
pero has elegido, para mi desdicha, sombrío planeta.

* * *

CUANDO CAIGA LA TARDE
Cuando caiga la tarde, espera mi visita,
pues veo que la noche es
quien mejor encubre los secretos;
siento un amor por ti,
que si los astros lo sintiesen
no brillaría el sol,
ni la luna saldría y las estrellas
no emprenderían su viaje nocturno.

 

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Fiesta en el jardín

A la sombra de aquel día

 giraban los deseos

 sobre nosotros cual esferas

 celestes de dicha.
Lo pasamos en un jardín

al que una nube, armada

 con el acerado sable

del relámpago,

escanció la bebida

de la madrugada.
El rojo vino nos dio por almohadas

 los macizos de murta,

 y parecíamos reyes sobre el trono

de los verdes boscajes.
La mano del amor nos tejió

 para la alegría:

nosotros éramos las perlas,

y los amores, los hilos.
Nos atacaban como lanzas

los pechos de las doncellas,

moviéndonos guerra,

y para defendernos no vestíamos

 otra cota que nuestras pieles de fanak.
Ante nosotros se destapaban

caras deliciosas,

que parecían lunas

entre la noche de las trenzas.

(Abbu Al Qasim ben Al Saqqat)

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Cuanto sube hasta la cima
desciende pronto abatido
a lo profundo.
¡Ay de aquél que en algo estima
el bien caduco mentido
de este mundo!
En todo terreno ser
sólo permanece y dura
el mudar.
Lo que hoy es dicha o placer
será mañana amargura
y pesar.
Es la vida transitoria
un caminar sin reposo
al olvido;
plazo breve a toda gloria
tiene el tiempo presuroso
concedido.

(Abulbeca de Ronda)

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Dejad de prender fuego

a pergaminos y papeles,
y mostrad vuestra ciencia

para que bien se vea 
quién es el que sabe.
Y es que aunque queméis el papel
nunca quemaréis lo que contiene,
puesto que en mi interior lo llevo,
viaja siempre conmigo cuando cabalgo,
conmigo duerme cuando descanso,
y en mi tumba será enterrado luego.

(Aisa Bint Ahmad)

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Casi no puedo aguardar
que el vaso brille en mi diestra,
beber ansiando el perfume
de rosas y de violetas.
Resuenen, pues, los cantares;
empiece, amigos, la fiesta,
y de oculto a nuestros goces
libre dejando la rienda,
evitemos las miradas
de la censura severa
para retardar la orgía
ningún pretexto nos queda,
porque ya viene la luna
de ayunos y penitencias,
y cometer gran pecado
cuantos entonces se alegran.

(Al Bakri)

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¡Cuántas noches pasé allí
al lado de una muchacha
de esbelto y airoso talle,
 de firmes caderas anchas!
¡Y cuántas noches también
pasé a la orilla del agua
con la linda cantaora
en la vega solitaria!

(Al Mutadid)

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Carta

Te escribo consciente de que estás lejos de mí,
y en mi corazón, la congoja de la tristeza;
no escriben los cálamos sino mis lágrimas
que trazan un escrito de amor

 sobre la página de la mejilla;
si no lo impidiera la gloria,

te visitaría apasionado y a escondidas,
 como visita el rocío los pétalos de la rosa;
Te besaría los labios rojos bajo el velo
y te abrazaría del cinturón al collar;
¡Ausente de mi lado, estás junto a mí!
Si de mis ojos estás ausente, no de mi corazón.
¡Cumple la promesa que nos hicimos,

pues yo, tú lo sabes, cumplo mi parte!

(Al Mutamid)

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En verdad debo toda mi alegría

a la luminosa luz que tú viertes,
y a la lluvia de regalos

que llueven de tus manos.
Quedé tan aturdido al verte,
que caí al  agua

de la profunda alberca.
Sabe bien que si tu siervo

hubiera quedado sumergido
sería porque antes

 tus favores le habían ahogado.
(Al Yaziri)
 

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¡Escucha y atiende mis palabras,
pues ésta es la actitud de los nobles!
Sabréis que fui hecha cautiva,
yo, hija de un rey de las Banu Abbad,
un gran rey en  época ya olvidada,
pues el tiempo conduce siempre a la ruina.
Cuando Dios quiso separarnos
y nos hizo probar el sabor de la tristeza,
se alzó la hipocresía contra mi padre en su reino
y se hizo presente la separación, que nadie quería, .
Salí huyendo y se apoderó de mí un hombre
injusto en sus actos,

pues me vendió como esclava,
mas alguien que de todo me protege,
excepto de la adversidad,
 quiere casarme con un hijo suyo,
casto, adornado de las bellas

 cualidades de los nobles
y que ha ido a ti a pedirte tu conformidad:
ya ves que que mi proceder es limpio.
Ojalá, padre mío,
me hagas conocer

si  puedo esperar mi amor,
y ojala Rumaykiyya,

la real, con su favor,
pida para nosotros la dichay la felicidad .

(Butayna Bint Al Mutamid)

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Con suspiros y abrazos, se alejó de mí,
y luego me preguntó

por el próximo encuentro.
Presentose a mí sin velo, al descubierto,

y la aurora se vistió de luz

por la hermosura de su cuello,

que la túnica mostraba

ornado de collares.
Oh tú, cuyo fresco semblante  languidece:

 ante tus ojos brilla el campo de batalla
de los amantes.
Mas el día de la separación

 es el día  más terrible.
 ¡Ojalá que yo hubiere muerto

 antes de que llegara!
(Ibn Abd Rabí Hi (Aben Abderrabihi))

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Ella me ha puesto faltas a mi caligrafía
y le he dicho: ¡Basta!,
te mostraré las perlas del collar de mis líneas;
le he pedido a mi mano
que escriba las mejores letras,
he buscado mis cálamos,
mis hojas y mi tintero;
he escrito estos tres versos
que he compuesto para mostrarle mi escritura
y he dicho: ¡Mira!

(Safiyya Bint Abd Allah)

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